domingo, 21 de diciembre de 2014

Cuba y esa terca dignidad de los humildes


Y el nuevo siglo nos encontró unidos y no dominados.
Cuba venció a los mil intentos de derrotarla.
El Mercosur se fortaleció en los pagos entrerrianos de Urribarri.
Cristina marcó la cancha a propios y ajenos al señalar que el proyecto será reelecto con el candidato que asegure la profundización del modelo de país que ella conduce.
Todos los organismos internacionales de relieve mayor, la CEPAL, la UNICEF, la UNESCO, la OIT, la ONU en toda su extensión, reconocieron durante el 2014 que Argentina es el país del continente que más logros conquistó en su lucha por la igualdad social.
La Plaza de Mayo volvió a brillar en una tarde-noche de tormenta y de amor incondicional por Cristina.
Racing salió Campeón. 
Cuántas cosas pasaron en una sola semana.
He allí el pulso de este cambio de época.
Abordar el análisis de los hechos sucedidos en este puñado de días, quizá sea lo más parecido al ejercicio extraordinario de besarle la frente a la historia.
¿Cómo sería acariciar la piel de la historia?
¿Cómo sería sentir la brisa fresca de su paso terrenal por la puerta de tu casa?
¿Cómo sería haber visto a Perón saludando en el balcón de la Casa Rosada y en el balconcito de la residencia de Gaspar Campos cuando volvió del exilio?
¿Cómo sería haber recibido un juguete y un abrazo de Evita cuando niño?
Las memorias que se guardan de la historia no siempre son las que aprendimos de los libros en el aula de la escuela.
Hay memorias alegres y memorias dolorosas que guardamos en la piel.
¿Cómo fue aquella noche en la Plaza de Mayo cuando el gobierno de Cristina resistía el embate de la patronal rural y se apareció Néstor Kirchner entre los militantes?
Hay una generación diezmada que nació a la militancia con Perón y el Che, con el Tío Cámpora, Salvador Allende y Fidel, con el Tío Ho Chi Minh y Mao TseTung y que hacía la historia como hacía el amor poniendo al desnudo el cuero de su propia juventud.
Pues bien, los restos del naufragio  y la continuidad del alma de esa generación, es la que hoy conduce los destinos de la mayoría de los países de la región.
Y la nueva juventud, la que hoy participa, canta, ríe, agita las banderas de liberación en las marchas y actos oficiales, reconoce su origen en aquella otra más lejana.
Por ahí anduvo y anda la historia nacional y popular de la América Latina.
Diremos también que la UNASUR y la CELAC son el instrumento más perfecto que hereda aquel espíritu juvenil que es de todos los tiempos desde hace 200 años.
Pregunta: ¿es posible acaso analizar y valorizar la decisión de Obama por afuera de este contexto histórico? ¿Es racional querer apreciar el deshielo entre los EE.UU. y Cuba por afuera del avance de la Patria Grande en este siglo XXI?
No se trata de reducir ni segmentar ni achicar el campo de la política cuando se trata de caracterizar y definir un cuadro de situación tan importante. Las cosas en su contexto. Y en ese contexto hay que saber apreciar el papel que cumple el Papa Francisco, por ejemplo.
No es que el planeta haya corrido su eje de rotación hacia la izquierda; sería más justo decir que el mundo se está peronizando, aunque la categoría escandalice a las señoras gordas de los barrios cerrados.
Al mismo tiempo que la geopolítica estratégica del capitalismo dominante clava sus garras sobre la Rusia de Putin y amenaza a los países petroleros del mundo emergente con la baja del precio político del crudo, los EE.UU. se ven desbordados por la situación descontrolada en Medio Oriente y más acá, en su “patio trasero”, México sufre una catástrofe social con la desaparición de los 43 estudiantes y el imperio de los narcos en toda su extensión.
En ese marco alborotado y sin hegemonía política interna, el presidente Obama decide recuperar la iniciativa a través del atajo justiciero en relación a Cuba.
Pero no hubiese hecho lo mismo si no existiera esta América Latina unida.
Por eso estamos felices. Porque estamos asistiendo, como dijo Cristina, al triunfo de la dignidad de los pueblos que luchan por su libertad. Y Cuba es la medida de la dignidad en la región y el mundo desde el primer día de su Revolución.
Los pesimistas que creían y sostenían sin rubores que la realidad, cual si fuese un péndulo moviéndose al compás de la ley de gravedad, volvería a correrse a la derecha, han fracaso estrepitosamente. La realidad se vistió de pueblo y democracia y al hacerlo, al triunfar la política del diálogo y la paz, los que pierden son los guerreristas, los armamentistas, los violentos, los injustos.
Por eso gana Cuba. Y triunfa la Patria Grande. 
Al interior del país, Cristina aparece ubicada en la senda correcta.   
Hay que nacionalizar en los análisis el posicionamiento internacional de los dirigentes políticos. Y preguntarse y responder en consecuencia: ¿De qué lado se ubicaron y ubican los opositores en el tablero planetario? ¿Apostaron a la UNASUR? ¿Apoyaron a Cristina en su política exterior soberana, la que desplegó en sus años de mandato? ¿O más bien la rechazaron?
Las respuestas son obvias: patearon en contra, casi siempre. 
En febrero de 1972, Perón decía en “Actualización doctrinaria y trasvasamiento generacional”: “En lo interno ya no tenemos oposición, solamente opositores y opositores ofuscados, que no representan ningún peligro. A esos opositores los hemos de vencer como se vence en las democracias: con las urnas y con los votos”
Cuanta actualidad, Perón. Y no porque se han detenido las agujas del reloj de la historia, que de eso venimos hablando, sino porque la injusticia se ha quedado sin argumentos convincentes.
Los opositores representan el lado oscuro de la vida y la política del odio y la mentira. Aunque para ser justos, habría que decir que esta mediocridad opositora con la que convivimos, haría enrojecer de vergüenza ajena a los opositores de Perón en los setenta.
Pero no descendamos.
Hay que concluir que si Cuba es la medida de la dignidad de los pueblos en este lado del mundo, la Argentina se ubica en ese mismo lado.
Por eso estamos felices.
Porque los días más felices siempre fueron peronistas. 

Miradas al Sur, domingo 21 de diciembre de 2014







1 comentario:

Tilo, 73 años dijo...

Es indudable que se han logrado avances impensados hace pocos años. Así como la caída del muro en Berlín marcó el comienzo del desequilibrio mundial en favor del neoliberalismo, el resurgimiento de gobiernos democráticos populares en América Latina favoreció por primera vez en más de dos siglos, la concepción de que la unión en una Patria Grande no sólo era posible sino también altamente beneficiosa.
Pero EEHH es prepotente, violento, materialista, taimado, no confiable, oportunista, inescrupuloso y antipopular en grado sumo. Muestra de su prepotencia es haber persistido 53 AÑOS en un inhumanitario bloqueo por parte del país más poderoso del planeta contra los 10 millones de habitantes de una isla, so pretexto de defender la democracia y los derechos de los isleños.
Pues necesitaron más de medio siglo, un nuevo despunte popular latinoamericano y la repulsa de casi todo el mundo para llegar a la conclusión de que su cobarde bravuconada no había servido más que para arruinar materialmente las vidas de los dignísimos cubanos. Y nada más. El espíritu de soberanía y autoestima de los isleños, con todos los problemas que puedan tener, están intactos. Como eso no funcionó, vaya uno a saber qué se les ocurrirá para volver a intentar lo que no pudieron lograr por las malas.
Me alegra que se haya aflojado un poco la tensión. Me alegra el aparente alivio de los admirables cubanos. Pero sospecho de esa potencia que sólo conoce – como su madre patria – el lenguaje de la violencia y la ley del más fuerte. La razón de la fuerza y no la fuerza de la razón.
Ojalá me esté equivocando.