viernes, 19 de julio de 2013

De sol para Monona



Que la vida le gane a su antítesis,
nos borre el dolor de hoy
y nos dé siempre la bienvenida.

Que el recuerdo no sea el desarraigo de una memoria chueca,
sino un pedazo de vos
bailoteando desprolijamente un chamamé.

Que tu nombre desate siempre una carcajada,
una anécdota,
una picardía,
una guasada.

Y esto sea sólo un paréntesis
en el que el tiempo se detiene para levantar la copa
y brindar por toda excusa que lleve tu nombre.

Que nadie pronuncie esa infame palabra
que empieza y termina inerte en la congoja.

Que nos gane la alegría de haberte tenido.
Y de tenerte aún y siempre, intacta y radiante.

Que regresen con el viento esas manos que inauguraron la primera Unidad Básica del Partido Peronista Femenino en la República de Corrientes,
y luego desafiaron garrotes, muros y andenes.

Que se eternice la palma indescifrable
de tu coquetería vestida de rojo,
mientras meces mil sueños en el regazo.

Que no haya adiós sin hasta luego
y vengan los jirones de tu vida
a cebarnos mate dulce.

Que la vida le gane a su antítesis,
nos borre el dolor de hoy
y nos dé siempre la bienvenida.

Para tener alguna vez una pizca de tu grandeza
y no nos asalte el llanto, el egoísmo o la cobardía.

Para que nos visite siempre tu risa, tu voz alta, tu sordera.
Y nos encuentre chapoteando bajo el jazmín y la parra.

Para que estés siempre naciendo,
bien guapa y montonera,
Monona,
viejita linda.

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