domingo, 28 de abril de 2013

Una revolución de amor llamada Pietragalla



Cada cual tiene su propia locura. Mi madre sabe lo que digo. Los pacientes del Borda también.
En otros tiempos me gustaba nombrar silenciosamente, no importaba si en soledad o con poca o mucha gente al lado, el nombre del Chacho Peñaloza, el de Perón y Evita, el del Gordo Cooke, el de Carlos Olmedo, el del Che Guevara y otros cuantos más por el estilo.
Decía: “Chacho Peñaloza” y sentía que la boca se me llenaba de historia.
Decía: “Evita” y se me llenaba de pueblo.
Debo reconocer que esta linda locura me sirve mucho más en soledad que acompañado.
Ya en democracia empecé a llenarme con los nombres de los compañeros y las compañeras que nos robó la dictadura.
Era de ir al trabajo, ida y vuelta, y nombrarla a Paloma, al Beto Velázquez, al Salva, a Carlitos Marcón, al Charly, al Cacho Ayala, al Flaco Sala, al Chacho Pietragalla.
Juro que viajaban conmigo cuando en el silencio ambiente, aunque estruendoso para mí, los nombraba uno a uno.
Y aun los sigo nombrando, día y noche.
Por ejemplo, en este último tiempo se me da por decir para mis adentros: “Kirch-ner”.
Y también digo: “Pie-tra-ga-lla”. Y entonces sucede que la memoria se llena de pasado y de presente, conjugados ambos en un mismo acto de amor y rebeldía.
Pronunciado así, todo junto, en el nombre del padre y del hijo y de un mismo pueblo y de un mismo proyecto de nación.
Porque ese diputado joven que respondió al diputado opositor que comparó el gobierno de Cristina con la dictadura, diciéndole: “Caradura, vos no sufriste la dictadura pero a mi me robaron veinte años de mi vida”, ese joven es Horacio Pietragalla, hijo del Chacho Pietragalla, el militante al que la gloriosa JP de los años setenta asignó el alto honor de acompañar a Perón en su regreso a la Patria.
Porque ese joven Pietragalla, apaleado en el Borda por la policía metropolitana, es el mismo que cuando se retrató con Néstor y Cristina, se le ocurrió decirles como una bella forma de expresar su amor: “Ya que no pude sacarme una foto con mis Viejos, lo hago con Ustedes”.
Es aquí y ahora que me aferro a la vida por más de un motivo.
Hagamos un alto por favor, almita mía, porque así no puedo seguir.
Están tirando gases pimienta desde la derecha. La policía metropolitana de Mauricio Macri apalea y balea a los trabajadores y a los más vulnerables de la ciudad: los locos de Buenos Aires del Hospital Borda.
La historia pasa ante nuestros ojos a toda velocidad. Si estamos adentro, no sentiremos vértigo; sólo desde afuera da mareo.
Pasa en la represión bestial del gobierno de Mauricio Macri defendiendo el proyecto de país injusto y excluyente de la derecha; en la sesión madrugadora de los diputados; en la escuálida concentración opositora frente al Congreso ese mismo día; en las declaraciones del senador radical Ernesto Sanz mostrando su deseo de que se caiga la economía nacional de aquí hasta las elecciones; en el discurso del diputado opositor Aguad humillando al pueblo humilde que, según él, se mueve sólo por un choripán; en la chica abandonada custodiando la carpa opositora; en la botella tirada contra la humanidad del diputado Agustín Rossi; en la violencia verbal y gestual contra el presidente de la Cámara, Julián Domínguez, por parte de diputadas opositoras; en el cálido encuentro de la Presidenta con el pibe del PRO al que casi matan otros opositores el 18A y con el otro pibe agredido en San Isidro por su condición sexual, también del PRO; en la frontal discusión de Guillermo Moreno y Axel Kicillof con los capos del Grupo Clarín; en el abrazo de las presidentas Dilma Rousseff con Cristina Fernández de Kirchner presidiendo la jornada de trabajo entre funcionarios de Brasil y Argentina.
La historia pasa.   
Nótese que la oposición dispara su odio y prueba luego de su propio odio.
Es que al no tener propuestas ni liderazgos propios de la política, busca la salida de su laberinto por afuera.
Lo aprendieron con Magnetto y su voz de mando.
Pusieron sus fichas en Francisco, como si el Papa fuera a bajar al terreno electoral opositor. Una locura.
Y vuelven a repetir la vieja treta de judicializarlo todo: si pierden en política, rápidamente acuden a un amigo juez a buscar auxilio.   
Paciencia. Será así hasta democratizar por completo la justicia.
Ahora sí, sigamos.
El pibe Pietragalla, no éste sino el de los años setenta, fue uno de los responsables del Operativo “Dorrego” de ayuda a los inundados en 1973.
Y el pibe Pietragalla, este de ahora, es uno de los responsables junto a Andrés Larroque, del Operativo “La Patria es el otro”, que se realiza en La Plata en solidaridad con los afectados por el último temporal allí y en la Ciudad de Buenos Aires.
Orgullo nacional y popular.
La oposición carece de estos hilos históricos y de un maestro mayor de obra que lo guíe en su propia construcción.
Por eso van en falsa escuadra siempre.
El liderazgo de Cristina y el movimiento que respalda con acciones su obra de gobierno, en cambio, sabe de su historia y sabe lo que quiere y sabe adonde quiere llegar de la mano del pueblo.
Es una diferencia mayor, casi insalvable diría.
Lo que vive la Argentina, perdón si alguien se ofende, es una revolución.
En paz, pero revolución al fin.  
Argentina no pretende cambiar sólo el espíritu del Estado. Ni se conforma con transformar sólo las estructuras. Quiere cambiar el espíritu, la conciencia, la ideología del poder dominante y al mismo tiempo superar las viejas estructuras de la injusticia. Todo por el mismo precio: el amor del pueblo y para el pueblo.
Y si quisimos hablar de revolución y de nombres heroicos, como el de Pietragalla, es porque estas cosas que vivimos hoy, la historia las identifica y las nombra sólo cuando la voluntad del gobernante se junta con el alma de un pueblo.
Me despedí del Chacho una tarde de abril, como la de hoy.
Él caminaba a su martirio sin saberlo. Yo hacia un largo presidio, también sin saberlo.
Por eso, mientras me emociono escuchando a su hijo diputado, me permito nombrarlo una y mil veces: “Pie-tra-galla”.
Es una forma de hilvanar la historia.  


Miradas al Sur, domingo 28 de abril de 2013







2 comentarios:

Literario dijo...

Gracias....emocionante e histórico. Por suerte hay gente que piensa así.

pame dijo...

tenemos que parar esta violencia que crece gracias a esta derecha nefasta ,no podes retroceder en esto, seria como una traicion a nestor,sdos