domingo, 14 de abril de 2013

Punto de inflexión y amor a cuatro manos




El 14 de abril de 2002 el Comandante Hugo Chávez fue rescatado por su pueblo y por su Ejército de los oscuros calabozos del olvido y el destierro al que lo habían  confinado los golpistas cívico-militares venezolanos. 
Fue un punto de inflexión para la nueva democracia latinoamericana.
Como se habrá notado, no decimos venezolana, solamente.
Sin embargo, el golpismo continuó trajinando el continente con su afán desmoralizador, despolitizador  y ajustador de cuentas.
Allí están para demostrarlo los gobiernos populares de Bolivia, Ecuador, Honduras y Paraguay.
Está faltando un desempate en esta zaga. ¿Cuál será el próximo intento? ¿Argentina quizás? ¿O pensamos seriamente que no habrá más penas ni olvidos y que todos entendimos que el pueblo y su democracia son lo mejor que tenemos en este lugar del mundo? ¿En serio alguien piensa así?
Cuidado. Una cosa es no pisar el palito de ninguna provocación destituyente y otra cosa muy distinta, es esconder la cabeza como el avestruz. 
De todos modos, si se animan, será la definitiva derrota política y cultural que sufrirán las derechas en todo el continente. Si algo de inteligencia les resta, llegarán hasta la raya pero no la pasarán sabiendo lo que hay del otro lado: una sociedad que quiere vivir en paz y en democracia, un movimiento popular unido y organizado y un claro y firme liderazgo de Cristina.
No es poco cosa.
Este 14 de Abril la vida se juega otra partida decisiva en Venezuela. Ganará Nicolás Maduro y con su victoria, triunfará toda la región.
Chávez, igual que Kirchner aquí, nunca se irá de su pueblo.
En la Argentina vivimos nuevamente un punto de inflexión. Repasemos el tablero para poder apreciar la posición de los protagonistas de esta coyuntura.
La derecha, como categoría política, es una versión del golpismo en casi toda América Latina. Las excepciones, que las hay, no hacen más que confirmar la regla. Y esa derecha está furiosamente   alborotada. En general siempre lo está, pero hay veces que el cuadro político social no le da pie para mostrarse tal como es.
La oquedad de Elisa Carrió,  el descrédito vertical del discurso de Mauricio Macri, la ruptura definitiva del FAP que supo liderar Hermes Binner, la inevitable dilución fisiológica del conservadorismo “pejotista”, la feroz interna que atraviesa la UCR, sumado a la no aparición de un nuevo liderazgo de ese espacio en estampida, hacen suponer que la fragmentación opositora en el campo político continuará su irremediable destino de derrota tras derrota. Ese peligro fue advertido desde la cabina de mando de Magneto hace mucho tiempo. Y no se equivocaban. Y eso mismo es lo que ven ahora las huestes violentas y antidemocráticas de la patronal rural. Por eso dicen lo que dicen. No hay en ese sector excesos de vocabulario, sino ausencia de conductas civilizadas,  que es otra cosa.  Ellos son lo que dicen sus palabras. No tienen al lenguaje de eficaz intermediario, así como no tienen una “clase política ganadora” que debía representarlos. Ellos son su lengua. Y esa lengua está pidiendo nuevamente revancha. La impotencia les viene por no tener instrumentos eficaces para modificar el rumbo del proceso político. No tienen partido político con un claro liderazgo unificador. Los cuarteles sólo se abren para ir en ayuda de los inundados. Y  lo que es peor: van a contramano del proceso histórico que viven y protagonizan las mayorías.  Porque es el pueblo el que determina el espacio y el tiempo donde se inscriben las políticas del modelo y el proyecto de país que lidera Cristina.
La crisis de hegemonía los corroe por adentro, al punto de caer en la contradicción casi grotesca de querer construir un liderazgo político que “eche al kirchnerismo”, negando a la política y a los políticos. Lo dijeron el jueves en el Congreso frente a un grupo de notables diputados opositores los caceroleros que convocan para este jueves próximo: “queremos que dejen ser políticos y sean ciudadanos”.
¿Porqué vía entonces si no es la política? ¿Por la violencia y la provocación?  ¿Por el voto en blanco? ¿Por el exilio en masa?
Ya estamos avisados que la campaña anti política que desarrollaron tenía como único fin vaciar la democracia de representación para ir después, por el medio que sea, contra el gobierno popular. Con corridas cambiarias, dólar ilegal, sobreprecios e inflación, hechos de violencia callejera, provocación verbal, obstrucción parlamentaria.
 ¿Y? ¿No es acaso lo que vienen haciendo desde el 2008 hasta acá?
No se trata de subestimar a nadie y mucho menos a sectores que llevan el odio y la violencia en el ADN de su historia de clases privilegiadas.
Se trata sí de valorar correctamente el salto cualitativo que dio este pueblo organizado.
Vayamos hoy a La Plata y lo veremos en vivo y en directo. Aproximadamente 10.000 militantes de todo el país se dan cita desde ayer, nuevamente,  a trabajar organizada y articuladamente con las fuerzas del Estado en ayuda de los sectores sociales afectados por el temporal del 2 de abril.
¿En qué clave hay que leer e interpretar lo que allí se ve?
Si la derecha dice y escribe que están entrando a la fase final de su embestida, diremos entonces y en la vereda opuesta, que el pueblo entró a recorrer los primeros tramos de una nueva etapa en la construcción de una nueva democracia.
Después de lo vivido y lo sufrido en estos días, nadie saldrá igual de esta experiencia.
Ni los militantes del oficialismo ni los soldados, suboficiales y oficiales de las fuerzas armadas que participaron del magno socorro solidario ni los vecinos afectados saldrán igual.
Saldrán mejores personas que antes. 
La derecha es impotente si no puede presentar cautelares para frenar el progreso social.
Les queda sólo la foto del Clarín y La Nación del día siguiente.
Por el contrario, los miles de militantes que en La Plata y a lo largo y ancho del país expresan una nueva energía social y un amor a cuatro manos, están escribiendo la historia, la de ellos mismos y al hacerlo, reescriben la historia de una nación y un pueblo.


Miradas al Sur, domingo 14 de abril de 2013



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