jueves, 4 de abril de 2013

La vida a la intemperie



Advertencia: esta prosa es una prosa que viene desgarrada.
Carga sobre sus espaldas un infinito dolor por los muertos en La Plata y en la Ciudad de Buenos Aires y por la gente que perdió su casa, sus fotos, su cocina, su televisor, sus libros, sus recuerdos.
Pero también carga  con una indignación que corroe las entrañas por la feroz desidia de la gestión de Mauricio Macri y por todo lo que falta construir como país inclusivo.
“Yo se que ahora vendrán caras extrañas con su limosna de alivio a mi tormento” podrían susurrar miles de compatriotas en estas horas.
Y los funcionarios del gobierno del PRO son caras extrañas en este dolor colectivo.
Sabemos que la urgencia es una sola: ayudar, colaborar, mitigar, reparar, cobijar al prójimo. Sumarse a los pibes de La Cámpora que trabajan a destajo en los barrios más humildes, así como sumarse a los voluntarios de distintas fuerzas políticas y sociales que estuvieron allí donde manda la angustia del desamparo en circunstancias dramáticas como esta.
Y también sabemos que es aconsejable no hacer más olas, ni echar culpas a nadie, ni hay que “politizar” semejante drama.
Pero aun sabiéndolo nos negamos a calificar las causas como consecuencias directas de una catástrofe ambiental.
Hagamos algunas reflexiones, apenas desde el sentido común.
Lo ocurrido en La Plata puede ser considerada una tragedia ambiental por la caída literal del cielo en pocas horas. Pero si el Servicio Meteorológico Nacional advirtió un día antes que la lluvia caería sobre la Capital, ¿alguien podría sensatamente explicar porqué Macri no ordenó sacar a operarios, a funcionarios, a la policía metropolitana a limpiar las alcantarillas, los sumideros, las bocas de tormenta siempre tapadas de hojas y basuras?
Y si sabían con anticipación que llovería así ¿por qué no llamaron de inmediato a conferencia de prensa para alertar a la población y brindar instrucciones que ayuden a enfrentar el temporal? ¿O sólo saben hablar después de ocurrido el drama?
Si Macri sabía que esto podría suceder en cualquier momento ¿por qué se fue de vacaciones a Brasil? ¿Y porqué rompió la Avenida 9 de Julio sacando árboles y espacios verdes en una ciudad que necesita de ellos como esponjas de absorción ante la ausencia de obra pública durante toda su gestión?
Se dirá que es tarde para lágrimas y reproches. Pero nunca es tarde.
Por que las lluvias continuarán y el cambio climático llegó para quedarse.
Y porque habrá que pensar mejor a la hora de elegir gobernantes que piensen en la gente antes que en ellos mismos.
La imagen de la Presidenta recorriendo las calles inundadas de La Plata y la Ciudad es el único espejo válido.
Lo demás es espejismo. Y duelo.

El Argentino, jueves 4 de abril de 2013

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