domingo, 3 de marzo de 2013

Un violín, una bandera, un pueblo



Habló Cristina y se movió el tablero  político y una buena parte de la Argentina, la mayoría quizá, se largó a cantar esperanzada.
Como viene sucediendo en los últimos años, lejos de ser una letanía del tradicional protocolo que exige la Constitución, los discursos de Néstor y Cristina en cada Apertura de las Sesiones del Congreso marcan los tiempos, la agenda  y el territorio por donde va la vida y el destino de los argentinos.
Los procesos políticos se destacan por sus transformaciones o sus debilidades;  por sus fortalezas o sus cobardías;  por sus arrojos o sus posibilismos.  
Es esta una manera de distinguir la impronta política y cultural de un gobierno.
Otra manera de identificar a un gobierno es diferenciando  la sonrisa de la mueca, la repetición de la creatividad, la música del aullido.
Por ejemplo: cuando se descubrió en el Salón de Pasos Perdidos una de las banderas que Dardo Cabo y sus compañeros de la Operación Cóndor hicieran flamear en las Malvinas, comprendimos  definitivamente que la causa de nuestra soberanía y el rescate de la militancia juvenil en cualquier tiempo y lugar, constituyen partes de la fortaleza del modelo que preside y lidera la Presidenta de la Nación.
Y cuando arrancó la Sesión con el violín del joven Facundo Nolasco tocando el Himno Nacional, supimos que la belleza, la creatividad y la alegría son una expresión vital del proyecto de país que gobierna desde el 2003.
En un mensaje que duró aproximadamente 3 horas y 45 minutos, Cristina abordó todo el horizonte de su gestión de gobierno y además, brindó agudos comentarios y análisis sobre la realidad argentina.
Largo sería enumerar los conceptos abordados.
Arrancó subrayando la importancia de cumplirse en el 2013, 30 años de democracia y 10 años de este proyecto de país en el gobierno.
Desarrollo y crecimiento son las palabras que signan esta etapa que protagonizamos, señaló al reafirmar  que esta fue una década ganada por el pueblo.  
Hablaba del desarrollo laboral y el crecimiento con inclusión social como la contracara absoluta del modelo neoliberal que en los noventa logró un crecimiento en la macro economía a costas de una injusta y cruel exclusión social.
Por eso se entiende que el mejor salario mínimo de América Latina sea el argentino,  así como se entiende la baja constante de la desocupación.
El crecimiento industrial, la dignificación del haber jubilatorio, con el 94 % de las personas cubiertas por el sistema de  cobertura social y el 1.443 % de  aumento recibido por los jubilados desde el 2003 cuando asumió Kirchner, son consecuencia de un modelo que reconstruyó el mercado interno de consumo.
Demostró que son 3 millones y medio los niños beneficiados por la Asignación Universal por Hijo. Habló del Plan Conectar Igualdad que este año alcanzará la meta de las 3 millones y media de computadoras entregadas. Hechas en la Argentina, además. Habló del Plan Federal de Viviendas, con un millón de ellas a finalizar este año y del Plan PRO-CREAR que fortalece la construcción y la mejora de las viviendas. Abordó casi todas las áreas de gobierno exponiendo las políticas de Salud, Desarrollo Social, Educación, Turismo, Ciencia y Técnica, Trabajo, Seguridad y Relaciones Exteriores.
Dejó para el final revelaciones más que interesantes  y dramáticas de las Causas vinculadas a las voladuras de la Embajada de Israel y particularmente de la AMIA y dio testimonio de su trabajo como legisladora.
Pero lo que quizá sea el broche de oro de su mensaje  fue la reafirmación de su convicción de democratizar el Poder Judicial a través de la elección ciudadana del Consejo de la Magistratura, la transparencia de quienes integran ese Poder de la república y la cantidad y cualidad de los expedientes  y otros proyectos afines que enviará a la brevedad al Congreso para su tratamiento parlamentario.  
Todo indica que, más pronto que tarde, se terminará  el oscurantismo judicial.  
Es necesario agudizar los sentidos para entender que la Presidenta  no le quitó mérito alguno a los profesionales del derecho en cualquier ámbito donde impartan justicia. Lo que les quita sí es su condición de exclusivos propietarios del terreno judicial. Democratizar la justicia, desde esta perspectiva, es hacerla más humana, más cercana a la sociedad, es negarle el carácter de señores feudales a los jueces que así se creen, es en definitiva, legitimar la justicia desde la propia justicia, en armonía con una ciudadanía plenamente democrática.
Hubo otro recinto afuera, en la Plaza del Congreso y sus alrededores. Fueron  miles las personas que se movilizaron hasta allí para escuchar y acompañar a la Presidenta de los argentinos. La amplia mayoría de ellos, jóvenes que llegaron muy temprano desde distintas provincias nutriendo las columnas de La Cámpora y otras organizaciones kirchneristas y agrupaciones aliadas.
Quienes pudieron ingresar hasta las gradas del Congreso vivaron a Cristina a la par que lo hacían sus compañeros afuera.
No es este un dato de color. Es toda una definición de la etapa política que hoy vive el país. Porque la participación militante y protagónica de la juventud y los trabajadores hace a la vitalidad y la trascendencia social de un proyecto que gobierna. El peronismo siempre fue, en tanto movimiento nacional y popular, un parte aguas para el país conservador y dependiente. Y cuando no lo fue, el peronismo corrió el riesgo de convertirse él en conservador.
Vale destacar la presencia de las Madres en los palcos y la mención especial que le dedicara la Presidenta a Hebe de Bonafini en un par de tramos de su discurso.
Y hete aquí el dato singular: nombró a Hebe no para mencionar los juicios a los genocidas de la dictadura, sino para  hablar del PAMI actual, de la salud de los jubilados, de sus haberes dignificados constantemente.
Como si la historia empezara a cerrar un círculo y a abrir otro en ese diálogo entre la Presidenta y Hebe.
Y  vaya si es comprensible que lo nuevo nazca del pañuelo de una Madre.  

Miradas al Sur, domingo 3 de marzo de 2013



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