lunes, 18 de marzo de 2013

Que nadie olvide estos días



Ha muerto el dictador José Alfredo Martínez de Hoz.
La noticia pasó casi desapercibida por la abrumadora carga de imágenes y declaraciones que van y vienen desde el Vaticano.
Pero es preciso detenerse a reflexionar un instante sobre el que se fue  de esta vida terrena.
Porque no fue un dictador cualquiera, sino el que gatilló el plan económico de la dictadura, el que lo diseñó, el que lo planificó, el que le dio sustento de clase, el que bajaba línea sobre la necesidad de achicar el Estado, demoler la industria y lo que quedara en pie de un país para todos. 
Si Videla reclamó en un reportaje empuñar las armas desde su prisión, nos queda la tranquilidad de que sus huesos de genocida ya no le permiten cargar fusil al hombro.
Sus convocados quizá no tengan problemas de artritis; pero sí de contexto histórico.
“Nunca más”, se ha sentenciado de una vez y para siempre.
Martínez de Hoz es otra cosa. Mataba de otra manera y sus discípulos aún andan entre nosotros y se reproducen en universidades de elite de la derecha global. Su espíritu viene asolando  Europa en los últimos años. Su fantasma azota a Grecia, España, Italia y Portugal.
Y cada vez que un político argentino vira la mirada extasiada hacia el FMI o cualquier madriguera externa en el deseo miserable de volver a endeudar el país, una provincia o una ciudad, sepamos que allí está la letra que dejaron  Martínez de Hoz y su más fiel continuador, Domingo Felipe Cavallo. 
En su Carta abierta a la Junta Militar al cumplirse un año del golpe de estado, Rodolfo Walsh  denunció ante el mundo las atrocidades que la dictadura cometía contra los cuerpos maniatados, vendados  e indefensos de los prisioneros.
Pero doliéndole como le dolían los dolores de sus compañeros y en especial la muerte de su hija Victoria, tuvo la lucidez y la grandeza humana para decir:
“Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.”
Y a renglón seguido pasaba lista a la destrucción del empleo, del salario, del consumo popular, la dependencia al FMI y a la Sociedad Rural a la que pertenecía Martínez de Hoz. 
Que nadie olvide estos días es también recordar que el que murió en prisión domiciliaria fue reivindicado por la patronal rural  y por los que llevan en su piel esa pulsión privatizadora y endeudadora contra el proyecto de país que conduce Cristina.

El Argentino, lunes 18 de marzo de 2013

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