lunes, 11 de marzo de 2013

El único referéndum válido



Un día como hoy, pero de 1973, el pueblo ganó las calles y reventó las urnas con votos peronistas. “Cámpora al Gobierno. Perón al Poder” cantaban las paredes.
No era un referéndum, pero se parecía. Era apenas el inicio de una primavera tan fugaz como pasional. Primavera camporista la llamaron.
La historia siguió su cauce, pero eso es para otra nota.
Hoy culmina en nuestras Islas Malvinas un referéndum patrocinado por la corona británica y en la que votan los ocupantes de las Islas.
¿Qué votan? ¿Si van a seguir intrusados en Malvinas o no?
Algunos de los que votaron son descendientes de ingleses que ocuparon nuestras Islas diez años después del ataque de la corbeta Clío en 1833.
Hasta ahí los que la habitaban eran criollos, indios e inmigrantes que hicieron de Malvinas una colonia prospera con el gobernador Luis Vernet.
Desde 1823 a 1829 Vernet había fletado 12 barcos a Malvinas. Para las estancias, en 6 de ellos llevó gauchos e indios con caballadas criollas para domesticar baguales y hacienda cimarrona.
El 10 de junio de 1829, el gobierno de las Provincias Unidas nombra a Vernet Comandante Político y Militar de las Islas a las que arriba en julio de ese año con su familia a bordo del bergantín “Betsy”.
Su esposa, María Sáez, hermana de Domingo Sáez, héroe de la Reconquista en las invasiones inglesas de 1806 y 1807, contará en su diario personal la fiesta de asunción del Gobernador y cada celebración de la naciente patria izando la bandera de Belgrano y prendiendo en la solapa de los colonos la escarapela azul y blanca.
En 1830 nace Malvina Vernet.
Por aquella época 40 mil cabezas de ganado componían la hacienda y eran 150 los primeros residentes fijos, más otras 150 que iban y venían.
Había 25 gauchos y un puñado de indios junto a españoles, ingleses, alemanes, norteamericanos y franceses. Trabajaban en la domesticación del ganado, la construcción de corrales y ranchos, en la fabricación de queso y manteca, el cultivo de las huertas, la construcción de las casas de piedra, la salazón de pescados y la caza de conejos y  lobos marinos. Algunos tenían un oficio y trabajaban de herreros, sastres y zapateros.
También había negros, que los domingos bailaban al compás del tamboril, allá en Malvinas.
No es un relato sólo de argentinos. El marino Fitz Roy y el naturalista Darwin, ingleses ambos, relatan lo mismo.
Todos fueron expulsados por los colonialistas. Todos, menos el Gaucho Rivero y sus compañeros que quedaron resistiendo hasta caer prisioneros un año después.
De la descendencia de esos hombres ¿quiénes votan hoy? ¿La de los legítimos dueños de esa tierra o la de los intrusos ingleses? 
Respóndale a la historia, míster Cameron. 

El Argentino, lunes 11 de marzo de 2013

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