domingo, 10 de febrero de 2013

Murga, milonga y patria



Entonces, Alberto Castillo cantaba “por cuatro días locos que vamos a vivir” y era el santo y seña para empezar a bailar desde el patio familiar hasta el corso de la esquina. Ida y vuelta al paraíso siempre esquivo de la muchacha del barrio.  
La Argentina profunda guardaba en su memoria aquella patria del carnaval nacional y popular.
La buena noticia es que la hemos recuperado, contra viento y marea, contra la dictadura genocida y aún contra la desesperanza con la que ametrallan los medios día a día.
Que el control de precios no va andar, que se cae el entendimiento con Irán, que impiden publicar ofertas en los diarios, que volvieron a matar a un hombre cinco años después, que este país no vale nada y otras yerbas.   
Sepámoslo de una vez: van a seguir con esta cantinela de la desesperanza y esta bulla incendiaria hasta el último suspiro que guardan en el calendario.
No quieren mejorar las cosas; quieren tumbar este proyecto de país para reponer lo peor de nuestro trágico pasado.
De allí que se impone no pisar el palito de ninguna provocación y la necesidad de hacer pedagogía liberadora.   
Hay que sacar el alma a la vereda y hablar con vecinos y parientes mostrando  simplemente la verdad que vivimos cotidianamente.
Es la mejor forma de evitar que las brujas asusten y que los hechiceros vendan los  azufres del demonio que insiste en meter la cola.  
Para saber cómo está el país nos proponemos recorrer el espinel de las épicas colectivas, esas que no son tapas de diarios.
Después de todo, tenemos bien ganado el derecho a bailar y reír y ser felices hasta donde se pueda. Pero es preciso bailar con fundamento.
Hablemos del país del carnaval y también del país de las reservas y del país que bulle por abajo.
Los sueños, cuando son colectivos, habitan un territorio, lo organizan, lo cuidan, lo defienden. De eso vamos a hablar. De la tierra firme de estos sueños.  
Pueblos grandes, chicos y medianos se vestirán de fiesta en estos días para decir con Jauretche que “Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
El Ministro de Turismo, Enrique Meyer, estimó que el fin de semana largo se movilizarán más de 2 millones de personas; 4,4% más que en 2012; 10, 9% más que en 2011; con un gasto aproximado de $ 2.570 millones y con el 94% de los turistas viajando por la Argentina.
El Carnaval Federal de la Alegría de este año es organizado por la Presidencia de la Nación e incluye a más de 190 localidades del país, con actividades culturales propias de cada región.   
Todo bien, pero por la radio, la TV y los grandes diarios nos dicen que se caen las reservas y el país quedará a la deriva.
Vayamos a las fuentes antes de apretar el pomo.
La titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, afirmó que “Los depósitos en pesos crecen a tasas récord y ayudan a consolidar la economía, tal como lo indica el hecho de que el año pasado los plazos fijos crecieron más del 50%.”.
¿Y entonces?
La funcionaria sostuvo que “la Argentina presenta un nivel de solvencia externa que es de los mejores de su historia; este año la economía volverá a generar un importante excedente externo que nos permitirá terminar el año con una recuperación del nivel de reservas aún después de atender los pagos de la deuda”.
Para que no queden dudas, agregó: “Hay ignorancia o mala fe cuando se pretende alarmar sobre el nivel de reservas y su dinámica, ya que se pasa por alto que asignamos más de 30.000 millones de dólares de las reservas para desendeudarnos con el exterior. En el 2012 la prioridad del Gobierno estuvo orientada a evitar la destrucción de puestos de trabajo y ese objetivo se logró”.  
O sea que plata tenemos. ¿Cómo no festejar el carnaval entonces?
Vayamos al territorio, allí donde la militancia trajina el proyecto con alegrías a veces, con sinsabores otras.
No es cuestión de ponerse un disfraz porque sí, aunque sea carnaval.
Se ha reconstituido un tejido social que es capaz de unir la huella que labra el Estado con las huellas de los hombres y mujeres que militan la esperanza.
Vale como muestra el encuentro nacional de Mesas de gestión local que se realizó hace unos días en Chapadmalal.
Ante más de 2 mil personas que representaban a las 35 mil mujeres y hombres que trabajan en todo el país con este fin, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, destacó la importancia estratégica de unir la gestión de lo público con la participación activa del pueblo.  
Es un nuevo paradigma de Estado, donde el pueblo ya no espera pasivamente a que la asistencia social acuda de vez en cuando a preguntarle por su vida. Es el pueblo el que se mete de lleno en el Estado a través de estas mesas de gestión, decidiendo sobre sus prioridades, elaborando líneas de acción comunitaria y solidaria para combatir la trata de personas, la violencia de género y el trabajo infantil.
O en la educación popular con las cooperativas de trabajo a través del programa FINES, para poner otro ejemplo.
“Acá están presentes el compromiso y la convicción. En políticas sociales colocamos una bisagra en la historia: antes las políticas eran absolutamente asistenciales pero a partir del 2003 la participación ciudadana se convirtió en el eje de la política pública” afirmó Alicia Kirchner en ese encuentro que duró tres días y que se realizó bajo el lema “Democracia y organización que transforman realidades”.
Por ahí pasa la cosa. Por organizar la esperanza y custodiar entre todos los sueños de un país mejor.
Lo decimos porque estamos convencidos desde hace mucho tiempo que la lucha de esta  patria que somos, sigue siendo una danza con lobos.
Para comprobarlo, allí está la rabia azuzada por los grandes medios.
Allí está la rabia contra Kicillof y sus hijos.
Allí está la rabia de Astiz y los genocidas presos que claman por un nuevo gobierno que los vuelva a amnistiar.
Allí está la rabia de Miguel de Sel, de Macri, el PRO y De la Sota volteando antenas y el gobierno socialista santafesino mirando para el costado mientras el narco mata.
Por eso: que no nos roben la alegría.
Menos ahora que empezó el carnaval.

Miradas al Sur, domingo 10 de febrero de 2013

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