viernes, 28 de septiembre de 2012

Cuando el límite es la vida





Las actividades de la Presidenta en EE.UU., empezando por el discurso en la ONU, pasando por la Universidad de Georgetown y terminando en Harvard, convocan al análisis sereno de todos y cada uno de los conceptos vertidos por Cristina Fernández de Kirchner.
Por otra parte, la ocupación de 34 escuelas secundarias en la Ciudad de Buenos Aires y el indolente silencio por parte del gobierno de Macri, también merecen la mayor atención y preocupación.
Asimismo, el aplauso en las redacciones de los diarios en solidaridad con los trabajadores de Clarín, incluido el masivo aplauso en el 3° piso del mismo diario del  monopolio, demuestra que entramos ya en tiempo de descuento hacia el 7 D. 
Pero una porción violenta de la sociedad produjo nuevamente otra manifestación de intolerancia antidemocrática que nos obliga a reflexionar sobre el asunto.
¿Por qué?
Por que no hay que dejar que crezca el huevo de ninguna serpiente.
La democracia y la memoria colectiva están obligadas a poner el foco allí donde están las madrigueras del odio.
Hablamos de la denuncia que radicaron en Tribunales el ministro Julio Alak y el Secretario de Justicia, Julián Álvarez, por amenazas de muerte contra Guillermo Moreno, adjuntando pruebas que acreditan la virulencia brutal de los denunciados.
Un afiche repulsivo y violento que circuló por Internet, es una de esas pruebas.
Amenazan pasar todos los límites.
Cuando el límite es la vida.
En el caceroleo del 13 de setiembre también vivaron a la muerte como en épocas del fascismo.
Lo hicieron injuriando el nombre de un ex presidente y el de la actual mandataria.
Lo hicieron tildando de “dictadura” a un gobierno que, les podrá gustar o no, es un gobierno de la democracia.
Lo hicieron para el regocijo de periodistas acusados por la justicia de ser parte de una banda de espías y que siguen escribiendo y atacando a la Presidenta con total impunidad.
Es el caso de Carlos Pagni del diario La Nación.
Reflexionemos juntos:
¿Por qué no se producen choques violentos como los que promueven los caceroleros? En nuestra modesta opinión es porque el gobierno respeta a rajatabla el derecho a la expresión y no reprime y porque el amplio espacio social que se identifica con Cristina no cae en ninguna provocación.
En consecuencia es falsa esa burda tesis de algunos periodistas que, creyéndose grotescamente “Samoré”, pretenden poner en pie de igualdad “la violencia de los anti K” versus “la violencia de los K”.
La violencia gestual viene de un solo lado y hay que denunciarla como tal.
Nadie debería estimular semejante odio. Mucho menos la cadena del Grupo Clarín con el pasado que tiene.  
Felizmente, hay un gobierno que garantiza la paz social.

El Argentino, viernes 28 de septiembre de 2012

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