lunes, 11 de junio de 2012

¡Con días y ollas, venceremos!



España cayó ante los moros en el siglo VIII.
Ante Napoleón en el siglo XIX. Ante el fascismo de Franco, casi a mitad del siglo XX. 
Y ahora cayó ante el FMI y la Alemania de Merkel.
Es dolor lo que sentimos.
Nosotros sufrimos un saqueo semejante durante los ´90 y hasta el 2003. 
La voracidad financiera del poder neoliberal ha inundado España con 100 mil millones de euros. El gobierno conservador de Rajoy, el socio de Mauricio Macri, facilitó el secuestro, al que ahora llaman perversamente “rescate”.
Lo será de los bancos y las financieras, pero no de los trabajadores y las fábricas, de los estudiantes y sus escuelas y universidades, de los médicos y los hospitales, del sistema previsional y los jubilados.
¿Alguien se imagina cuántas fuentes de empleos y derechos sociales habrían  garantizado con semejante suma? 
Así están las cosas en Europa.
Pero ojo: cruzando los mares, ese poder amenaza con tener cabeceras de playa en nuestro continente.
¿Cómo se entiende sino que ayer se rindiera un homenaje público al asesino Pinochet en la hermana Chile?
¿Y que se presente un proyecto del gobierno de Piñera disponiendo una rebaja salarial del 25 %  a los trabajadores, en caso de ser necesario por la crisis mundial financiera del capitalismo?  
Es una pregunta nomás.
Por las dudas, hay que estar firmes y alertas. Unidos y organizados.
Los últimos cacerolazos fueron una radiografía casi perfecta de los sectores sociales que se manifiestan contrarios al sostenido avance del modelo de desarrollo con inclusión social que lidera la Presidenta de los argentinos.
Es un segmento de clase media alta, conservadora, de derecha, reivindicadora de los genocidas, que estaría chochísima de recuperar el país excluyente que perdieron desde el 2003.
No quieren saber nada de la unidad latinoamericana.
Se identifican con Merkel antes que con Dilma y Cristina.
Un “notero” de una supuesta cadena de los EE.UU. los puso a descubierto.
Mírenlo. Escuchen lo que dicen y blasfeman los violentos caceroleros.
Algunos se escandalizaron con el procedimiento.  
Las cacerolas son colonialistas, las ollas, no.
¿Les cuento algo? 
El General San Martín quería liberar a Lima del colonialismo español, evitando pelear contra los peruanos.
Como ardid se valió de un artesano que “vendía” ollas en la plaza de Lima y que le informaba todo lo que escuchaba de los realistas, sus movimientos y horarios y en el vientre de cada olla, iban y venían las cartas del Libertador con sus hombres.
Así pudo entrar victorioso.  
Ese es el origen del santo y seña del Ejercito patrio: “Con días y ollas, venceremos”.
La historia tiene sus picardías cuando se propone avanzar. 
Y hoy estamos avanzando.  

El Argentino, lunes 11 de junio de 2012


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