domingo, 13 de mayo de 2012

Avanzar es defender conquistas



Estamos en peligro. Hay un mundo que se cae a pedazos y los gobernantes de los países desarrollados no atinan más que a echar nafta al incendio desatado por el neoliberalismo en todo el hemisferio norte.
Es bueno recordar que lo peor que podemos hacer en caso de peligro es dejarnos arrastrar por el miedo. El miedo nos paraliza, nos entristece, nos deprime, nos hace confundir la puerta de salida, nos impide abrir con un martillo la puerta de emergencia.
El diagnóstico de esta situación mundial no es para nada novedoso.
Lo advirtió la Presidenta el 25 de setiembre de 2008 ante los 400 poderosos empresarios que escuchaban su exposición en el Waldorf Astoria de Nueva York, durante el evento que organiza anualmente el Council of the Americas.
Fue allí cuando, ante la filosa pregunta de una ejecutiva estadounidense, Carla Sandy, del Credit Suisse, que quiso conocer cuál era el Plan B de los ajustes que vendrían si los ingresos disminuyeran y la economía argentina cayera, Cristina respondió con data fina y gruesa, la solvencia del modelo económico que desarrollaba el gobierno desde el 2003 y que no había necesidad de ningún Plan B porque el Plan A estaba en marcha y dando buenos resultados. Repasó una por una las causas de la crisis financiera y política que ya atravesaba al mundo desarrollado y concluyó: “Me parece que los primeros que tienen que tener un Plan B son ustedes, aquí en Estados Unidos y en Europa”.
Ardió Troya en Buenos Aires. Los medios que responden al Grupo Clarín y a La Nación no ahorraron epíteto contra el “desplante” de nuestra Presidenta. ¿Se acuerdan ustedes?
Sigamos hurgando en esos tiempos para poder contextualizar esta etapa y entender la esencia del discurso de Cristina del jueves pasado cuando anunció el nuevo tramo de 8 mil millones de pesos de Créditos del Bicentenario.
Por esos mismos días del 2008 la Embajada de los EE.UU. enviaba a su gobierno distintos cables que daban cuenta del proceso de creciente “argentinización” de la economía conducida por los Kirchner. Difundidos y conocidos luego por los ya célebres Wikileaks, aquellos cables caracterizaban al gobierno de Cristina en sintonía con el rechazo del pueblo argentino al neoliberalismo y al Consenso de Washington.
¿Qué hay de nuevo entonces en el horizonte?
Que el proyecto nacional, popular y democrático entró de lleno a su etapa de profundización con sintonía fina, mientras el modelo de acumulación financiera que ocasionó la más grave crisis del capitalismo en su historia, acaba de expandir su incendio a todo el viejo mundo.  
Nótese que estamos en un país que brinda certezas sobre el futuro inmediato en tanto se involucre la mayoría de los ciudadanos en la defensa de este proceso político. Se empiezan a tocar las partes blandas y sensibles del viejo poder económico dominante durante décadas.
Por ejemplo, sentar a Blaquier en el banquillo de los acusados por crímenes de lesa humanidad, no es soplar y hacer botellas. Este tipo de personajes no pasan a retiro como los generales del genocidio. Blaquier, como Martínez de Hoz, son generales en actividad mientras tengan poder. ¿Hay que dejar que actúen las instituciones de la democracia para juzgarlos? Sí, mil veces sí. Pero debe haber una sociedad movilizada, participando, informándose, apoyando cada paso ascendente hacia un Estado de derecho pleno. Porque no habrá profundización de este modelo de país sin participación social. En ese universo social hay que poner la plomada de albañil para medir la justa medida de la unidad y la organización que se nos reclama a todos.
No es la unidad de los iguales, sino de los diferentes. No es la organización de los organizados, sino de los desorganizados.
Esa es la consigna a militar barrio por barrio, casa por casa.
Cuando los patrones rurales vuelven a la carga violando los portones de la legislatura bonaerense mientras los legisladores de La Cámpora defienden el sagrado recinto de la democracia, se está pintando un fresco sobre la pugna inconclusa entre los dos modelos de país.
Cuando Clarín, La Nación y Mauricio Macri se ubican en la línea de defensa de los intereses de Repsol y del Reino Unido de Gran Bretaña, mientras el gobierno junto a la amplia mayoría del pueblo levantan las banderas de recuperación de YPF, de nuestra soberanía energética y de las Islas Malvinas, se está expresando un nuevo capítulo de esa vieja disputa por el perfil del país de los argentinos para los próximos doscientos años.
“Mirá lo que te digo”, diríamos en el barrio.
Que el miedo no nos paralice pero que tampoco nos lleve a creer que la batalla está ganada. La Argentina depende esta vez sólo de nosotros. La suerte del mundo ya está echada y poco o nada podemos hacer para cambiarla. Son otros pueblos los que deben dar esa pelea por salir del incendio causado por el FMI, Merkel, Sarkozi, el Banco Central Europeo y otros de igual estirpe.
Pero entre nosotros, si no se aflojan las riendas que sostienen armónicamente el crecimiento del salario, de las jubilaciones, del desarrollo social, de la educación, de la salud, de las obras públicas, del mercado y el consumo interno, de la unidad política y económica con los países hermanos de la región, podremos decir que estamos preparados para pasar airosos varias colas de tormentas que azotan sobre líneas exteriores.  
En esta etapa, para horror de los neoliberales, ser antikirchnerista se parece bastante a ser antiargentino. Se están jugando intereses y la taba ya no está en el aire. Cayó del lado de los justos, de los trabajadores y los verdaderos productores que quieren invertir en el país y por el país.
España acaba de aprobar la inyección de 10 mil millones de euros para los bancos,  mientras los Indignados que acampan en Madrid protestan por los 10 mil millones que el gobierno conservador de Rajoy, el socio político de Macri, le acaba de recortar a la salud y a la educación.
A defender las conquistas, se ha dicho.
Después de todo, si gustamos de un buen jamón español que no sea jamás a costas del trabajo argentino.
Esa película de terror ya la vivimos.   


Miradas al Sur, domingo 13 de mayo de 2012

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