jueves, 26 de enero de 2012

Otra vez en el ruedo



Alguna vez Aníbal Troilo, Pichuco, escribió aquel texto dolido y esperanzado al que llamó “Nocturno a mi barrio”.
Cuando apareció Cristina, ayer en la Rosada, algo en el aire nos trajo la melancolía del bandoneón mayor de los argentinos.
¿Se acuerdan?
“Mi barrio era así, así, así. Es decir ¿qué se yo si era así? Pero yo me lo acuerdo así… Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio, ¿cuándo, pero cuándo? Si siempre estoy llegando. Y si una vez me olvidé, las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja, titilando como si fueran manos amigas, me dijeron: “gordo, quedáte aquí, quedáte aquí”.
Si usted esperaba que arrancáramos hoy con un análisis más frío y descriptivo, lo sentimos mucho.
Argentina vive un estado de emoción permanente y no queremos escapar de este impulso de vida que late en la política por su costado izquierdo.
La Presidenta llegó como se fue: a pura gestión.
Cuando inició el acto, donde se firmaron contratos de obra pública, escuelas, caminos, antenas de la televisión digital, planta de líquidos cloacales en Villa Fiorito, mencionó en primer lugar la obra de gobierno reparadora de Néstor Kirchner.
Habló con Catamarca, con Villa La Angostura, con Necochea, con el interior profundo de la Argentina.
Quien tiene la posibilidad de recorrer el país se encontrará con un cartel que reza: “Aquí también la Nación crece”. El intendente de Angostura lo interpretó y resumió así: “Es bueno saber que alguien está pensando en nosotros”. Hablaba de la Presidenta.
A las 19,40 inició su discurso para los 40 millones de argentinos. Y sólo tuvo palabras de gratitud en el arranque.
Citó cifras.
9,2 % de crecimiento con inclusión. El 6,7 % de desempleo, el registro más bajo de las últimas décadas. Las 1.887 escuelas. Criticó al colonialismo depredador inglés. “No tienen argumentos”, dijo. Reivindicó la causa soberana de Malvinas y el “Informe Rattenbach”, disponiendo que sea público. Valoró la lucha de las Madres. Les recordó a las empresas petroleras que “el subsuelo de la patria es argentino” y les advirtió “no estamos más en tiempos de la colonia”.
“Se acabó la avivada” fue la traducción para la sintonía fina, poniendo en su justo lugar a los que pretenden instalar “el reino del revés”.
El vector del modelo es el desarrollo con inclusión social, no el “ajuste”, como lo llaman desde el poder económico mediático y los que por derecha y por izquierda le sirven de coro desafinado.
Se despidió relatando el paso a paso de su enfermedad. Se emocionó. Se indignó, pero no se enojó. Estaba conmovida. Y volvió a agradecer a los que se alegraron con los resultados.
La Rosada se llenó de pueblo y el amor volvió a ganarle por goleada al odio.

El Argentino, jueves 26 de enero de 2012

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