domingo, 4 de septiembre de 2011

Llegó setiembre y ya se ve la orilla

“Setiembre, tu nombre me sabe a hierba”, diríamos con Serrat.

Sabe a brote nuevo, a sentir la sensación de recorrer el tramo más florido de un camino colectivo, a caminar hasta Tecnópolis.

Setiembre es saber que octubre está a la vuelta de la esquina y que alguien grita desde el puente: “¡ya se ve la otra orilla!”.

Y es sentir que renovamos la esperanza.

El asesinato de Candela pone a prueba este optimismo.

Lo zamarrea de las solapas, lo increpa, lo cuestiona y lo interpela preguntando: “¿y ahora que me decís?”

Para quienes tenemos una visión humanista de la vida y abrazamos desde siempre el peronismo y algunas de las vertientes de la causa nacional y popular, cada muerte injusta, cada crimen impune, nos lastima la piel y el alma.

La piel, porque nos brotamos literalmente.

El alma, porque no podemos ni queremos disimular el llanto y el dolor.

Y porque una muerte así, tan desgarradora, nos evoca otras muertes que llevamos dentro.

¿Pero es la muerte en sí misma la que nos interpela, exclusivamente?

¿O también es el tratamiento mediático que se hizo de esa muerte?

Antes de Kirchner, el monopolio mediático manejó a su antojo la agenda de la sociedad.

En lo político, lo jurídico, lo cultural, lo policial.

Era ese poder económico-discursivo el que leía la realidad en nombre nuestro.

Y después lo relataba, según convenía a sus intereses.

Mandaban, comían, leían, paseaban, hablaban, escuchaban, viajaban.

En nombre nuestro.

La fragmentación social que provocó el desempleo masivo causado por las políticas neoliberales en los años noventa, había desencadenado otras fragmentaciones igual de trágicas. Y lo peor es que empezábamos a correr el riesgo de ver como “natural” lo que no era y no debía serlo jamás.

La ausencia del Estado para las mayorías sociales provocó que cientos de organizaciones no gubernamentales cubrieran como podían los espacios que las instituciones oficiales abandonaban.

La defección política posibilitó que los grandes medios reemplazaran el rol de los partidos. Las iglesias de algunos credos paralizantes hicieron su agosto ante la ausencia de otra contención social u oficial. El sentido de comunidad organizada fue una pieza de museo. La solidaridad se hizo sospechosa de encubrir ideas subversivas. El “sálvese quien pueda” era un artículo de moda. El sensacionalismo amarillo y miserable reemplazó al periodismo de veras. Los programas de cultura eran para los aburridos. Mostrar una cola y un buen par de tetas en la pantalla de la televisión, movía el microcosmo de un mantel cuadrillé, de Recoleta a Lugano, almuerzo y cena.

Pero desde el 2003 la Argentina es sacudida por una transformación cultural sin precedentes. La pirámide hegemónica del discurso social se ha invertido en estos últimos ocho años, casi sin darnos cuenta.

“Tenemos Patria” anunció la Presidenta el último 25 de Mayo. Le asiste toda la razón. La pregunta que hoy deberíamos hacernos es si también tenemos, en simultáneo, una mejor sociedad, una dirigencia política a la altura de las circunstancias históricas, una cultura edificada en valores humanistas que sea sólida y profunda, un sistema de medios de comunicación que acompañe este avance, en tanto patria somos.

Hay dos hechos que preceden al triste caso de Candela, de tenor absolutamente diferente, pero que sacudieron la atención pública.

1) Las declaraciones de testigos que sacaron a la luz un dato que permanecía en sordina acerca de la relación entre Graciela Alfano y el genocida Massera.

2) La reacción corporativa y desmesurada de Clarín y La Nación ante las declaraciones del ministro Florencio Randazzo.

¿Qué tuvieron en común estos tres casos?: el papel hegemónico del poder mediático por sobre los poderes institucionales de la república.

Ese discurso corporativo atrasa cien años en la conciencia colectiva.

Cae desde la TV, la radio y los diarios tradicionales un mensaje que degrada y corroe como un ácido letal la nueva cultura social que se corresponde con este país que hoy somos.

En este marco es que llegamos hace ya un buen tiempo a una conclusión general: el amplio espacio político y social que se identifica hoy con el modelo de país liderado por Cristina Fernández de Kirchner, que no se agota en el peronismo kirchnerista pero que lo reconoce como eje vertebrador, es el único dato nuevo y transformador de la política argentina.

También señalamos en esta columna que los otros partidos tradicionales, el radicalismo incluido, están en la última etapa de su descomposición final.

El tiempo dirá más adelante si se convertirán en una expresión más acorde con las demandas sociales de esta época.

O no.

La musiquita del “cortá, cortá boleta” del radicalismo mendocino es una lápida para la vieja estructura, pero quizás el esbozo de un diseño político novedoso.

Es la política en crisis de crecimiento.

¿La justicia y los medios monopólicos también lo están?

Los próximos cuatro años serán decisivos para responder mejor este dilema de la democracia.

La calidad institucional suprema, que es el voto popular, fue negada y mancillada por los grandes medios en el ataque salvaje contra el ministro Randazzo, en la campaña mediática sobre el falso “fraude” y el cuestionamiento al resultado abrumador construido por la mayoría ciudadana, no por el partido oficialista.

Esto no puede volver a suceder, por la salud de la democracia, más allá del gobierno de Cristina.

La convivencia escandalosa de esos medios con funcionarios judiciales y/o policiales es la única explicación medianamente coherente para entender porqué los allanamientos eran adelantados por las cámaras de TV y porqué el audio que desconocía un fiscal era transmitido por algunos canales, en el caso Candela.

Esa locura no puede volver a pasar en esta nueva Argentina.

Por último, cuando hay un Estado que incluye y repara, como es el de ahora, no debería retrasarse el reloj de la historia a los años noventa.

Acompañar al Estado y fortalecerlo con mayor participación popular, sí; pero reemplazarlo, aún con las mejores intenciones, definitivamente no.


Miradas al Sur, domingo 4 de septiembre

No hay comentarios: