miércoles, 3 de agosto de 2011

Un tren navega por el río


Cristina Fernández de Kirchner se abrazaba ayer al Pepe Mujica y soñaban juntos un continente unido y en constante crecimiento.

“¿Qué tal un tren que cruce el río desde Concordia, Argentina, hasta Salto, en el Uruguay?” Se preguntaron un día.

Y hacia allá fueron sin más prisas ni pausas que los vientos que hoy surcan de esperanzas toda Sudamérica.

América Latina es el continente de la imaginación y por eso anida en sus entrañas un futuro de igualdad para sus pueblos.

Cuando más dura fue su crisis económica amaneciendo el siglo XXI, fue cuando desde su propia creatividad, más invirtió en trabajo y producción, en consumo y en educación. Rompiendo los lazos de su añeja dependencia externa, afrontó sus deudas y acumuló reservas.

Estos países del sur donde vivimos, hicieron todo lo contrario que le exigían desde afuera, los buitres de la desesperanzas y el FMI.

Por eso crecen.

Cuánto contraste con el ajuste salvaje impuesto ayer en los EE.UU. a sus sectores sociales más desprotegidos. Siguen con la vieja receta del neoliberalismo ramplón de los años noventa, cuando Menem y De la Rúa fueron “el mejor alumno” de esas políticas antisociales, cortando el “gasto público”, privatizando, entregando la soberanía, bajando el 13 % a los jubilados.

Nadie pretende ser ahora “el mejor profesor”. Pero al menos que repiensen un “Plan B”, como les aconsejó respetuosamente nuestra Presidenta hace ya tres años.

El Premio Nobel de economía, Paúl Krugman tituló su dramática columna de ayer en el New York Times: “La catastrófica claudicación de Obama”.

El prestigioso académico augura allí sólo penurias para la democracia del país del norte.

Europa tampoco sale de su crisis por la misma receta neoliberal que vienen empleando los llamados hasta aquí “países centrales”.

La centralidad ahora, para nosotros, es la Patria Grande.

Lo que se debate son estas cuestiones: ¿Seguimos o no por este sendero de crecimiento que venimos recorriendo desde el 2003?

Alfonsín pidiéndole, amoralmente, la renuncia al respetado y prestigioso Juez, Raúl Zaffaroni, reeditando aquel oscuro y tenebroso: “por algo será”; Macri tomándose nuevamente vacaciones en Europa; Clarín que volvió a mentir para atacar al gobierno; la patota ligada a Duhalde agrediendo a obreros ferroviarios en el Roca; la represión feudal que asesinó en Jujuy, son apenas una parte del eco lejano del pasado que debemos dejar atrás.

Definitivamente.

A esos tipos deberíamos intimarlos para que dejen de manosear de una buena vez a los argentinos, con la misma firmeza y dignidad de Manuel Quieto, el líder de La Mancha de Rolando, que intimó a Macri para que deje de usar su más bella canción: “Arde la ciudad”.


El Argentino, miércoles 3 de agosto de 2011

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