miércoles, 29 de junio de 2011

El síndrome de la silla vacía

Es tan nítido el cambio de paradigma cultural que vivimos, que mientras en la antigüedad, antes del 2003, “dejar la silla vacía” significaba hacerlo en un lugar privado, hoy significa hacerlo en un lugar público; en la Universidad, con todos los canales, con todos.

Si Daniel Filmus no va a TN, no va a un grupo monopólico. Y punto.

Si Mauricio Macri no va al debate en la Universidad, le hace un desplante a toda la ciudadanía.

Este es el tamaño de la democracia inclusiva.

Lo cierto que es que Macri no quiere debatir más que con su propio espejo: el canal del Grupo Clarín, “TN”.

Es entendible.

¿Qué va a ser lejos de casa, Macri? ¿Qué va a decir de los pobres enfermos abandonados en el Hospital Borda o en el Moyano? ¿O abandonados como los pibes en el Hospital Gutiérrez? ¿Qué podrá decir de las escuelas que se caen a pedazos? ¿De los indigentes tirados a la buena de dios en las calles de la ciudad más rica del país?

Ni qué hablar del tránsito o de los baches.

¿Qué dirá del espionaje a los propios ciudadanos, como Sergio Burstein, un familiar de víctimas del atentado terrorista más grave de la historia argentina, el atentado a la AMIA? ¿Qué dirá Macri sobre policías y espías como el Fino Palacios, Chamorro y Ciro James? ¿Qué explicará sobre su frustrado ministro de educación Abel Posse, un diplomático nostálgico de la dictadura? ¿Qué podría decir del abandono de toda la zona sur de la ciudad? ¿Cómo explicará el negocio de licitación de las computadoras con el Grupo Clarín? ¿Y los pasos en falso sobre el humillado Teatro Colón? ¿Qué podrá explicar Macri sobre los palazos y las trompadas en los desalojos a los más humildes por parte de la UCEP?

¿Y qué responde el procesado Macri por el incumplimiento de las promesas hechas en su campaña anterior?

Quizá el PRO está utilizando un libreto muy viejo: la silla vacía de Menem contra Angeloz en 1989 que terminó sirviendo al candidato riojano. Esa artimaña ya no sirve. ¿Sabe porqué? Porque entonces, éramos otro país.

La democracia tenía menos de 6 años, no había cultura de debates y las sillas vacías se contaban por millones en los hogares argentinos. En consecuencia Menem, hizo creer falsamente que él representaba esas sillas vacías. Pero este país ya no se traga cuentos y además, volvió a ocupar las sillas vacías del comedor familiar, perdidas luego de la crisis.

La inclusión social se profundiza con la mejora de la distribución del ingreso y la seguridad se garantiza desde el Estado nacional.

Como el plan que la Presidenta anunció ayer junto a la ministra Nilda Garré para la zona sur de Buenos Aires.

Por eso la deserción del debate democrático hace tanto ruido.


El Argentino, miércoles 29 de junio de 2011

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