viernes, 4 de marzo de 2011

Todavía cantamos, todavía soñamos




Volvieron los Carnavales y uno siente en la piel que la dictadura del miedo ha sido derrotada definitivamente.
El país entero se parece a una murga de mujeres y hombres liberados.
Los tristes y crispados, amargos y desesperanzados, abstenerse.
¿Para qué van a hacerse más mala sangre?
Violín en bolsa que ya llegará el miércoles de ceniza. Y aquí no ha pasado nada.
“Polvo eres y en polvo te convertirás” dicen los ayunantes ese día.
Pero los negritos y las negritas lindas que ahora son cobijados por la Asignación Universal por Hijo y que padecieron años de ayuno, no porque querían, sino porque no tenían para comer, esos hermanos, nosotros todos, desde hoy y hasta el martes, celebraremos el Carnaval Federal de la Alegría.
Permitámonos la satisfacción de no sentir pudor y decir bien fuerte: la vida es bella, porque el pueblo canta.
La Presidenta recobró el Feriado, en el marco de la campaña “Argentina con vos, siempre”.
¿Vieron? La alegría es una categoría política.
Y además, claro, “un mundo de sensaciones” como cantaba Sandro.
Nos viene de lejos la certeza.
De cuando José Artigas, Padre del Federalismo, escribía a su lugarteniente, Andresito Guacurarí, el 23 de setiembre de 1815 (¡mire desde cuando!):
“No eche usted en olvido los músicos que le tengo pedidos, ellos deberán venir con sus instrumentos. Así podremos celebrar los triunfos de la patria”
Los criollos peleaban cantando. Está en el ADN de la Patria Grande.
Celebraban las victorias con música y baile para todo el pueblo.
Nada de venganzas.
La alegría es un bien universal y hay que compartirla.
Así lo hicieron San Martín y Belgrano, guerreando.
Así lo hicieron los trabajadores el 17 de Octubre del 45, bailando en la Plaza y en las calles.
“Yo te daré, te daré Patria hermosa…”
Como dice mi amigo Quique:
“La emoción, la pasión y la alegría son nuestra ventaja como pueblo”.
Don Arturo Jauretche lo expresaba con esta belleza:
“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente”.
Y termina con la frase que, justamente, se eligió para este Carnaval:
“Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
Este pueblo que somos no dejó de cantar jamás.
Y si en la peor de las tristezas, cantó hasta en las cárceles de la dictadura ¡cómo no va a ganar la calle para celebrar este tiempo de reparaciones, de memoria, verdad y justicia!
Así que permiso, Compañero Heredia:
“Todavía cantamos, todavía pedimos,todavía soñamos, todavía esperamos.A pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas el ingenio del odio, desterrando al olvido a nuestros seres queridos”




El Argentino, viernes 4 de marzo de 2011

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