domingo, 23 de enero de 2011

El mundo ya no es tan ancho y ajeno

El célebre planisferio de Peters: Europa y el “centro del mundo” se empequeñecen, mientras que el sur se expande hasta el asombro.

La gira presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, acompañada de una amplia comitiva, expresa una parte sustancial del modelo ejercido por el gobierno argentino desde el 2003.
Con una diplomacia eficiente y la exploración exitosa de nuevos mercados, la principal consecuencia de este despliegue internacional es una Argentina entrando a su Tricentenario y en el escenario mundial, pugnando a la par de las naciones más desarrolladas, en pos de una mirada esperanzada del siglo XXI, una salida a la hecatombe mundial causada por la crisis del neoliberalismo hegemónico, una invitación al debate, antes que la repetición mecánica de fórmulas que pudieron ser aptas para el mundo que se derrumbó, pero que hoy son claramente anacrónicas para el que está emergiendo de los escombros.
Lo hace como sabe hacerlo el movimiento nacional y popular desde 1945 a la fecha.
Es decir, de manera soberana, inclusiva, pacífica y democrática.
Les resulta ya imposible a la academia liberal y al fuste opositor, negar que el peronismo, cuando es fiel a sus raíces, es la respuesta política más eficaz a las necesidades históricas de la sociedad argentina.
Es el único movimiento político que puede mostrar en su ADN su vocación nacional y de justicia social junto a una decidida acción para reconstituir el concepto de Patria Grande, abrazado a los países hermanos de la América del Sur.
Y en el reverso, es el único espacio popular que tiene tallado genéticamente la necesidad de relacionar a los enemigos internos del desarrollo nacional con aquellos factores de poder que, desde afuera, siempre intentaron mutilar cualquier ensayo de país independiente.
¿O acaso la primer consigna del peronismo no fue “Braden o Perón”?
¿O acaso en 1973, en su segundo gran momento, la consigna principal no fue “Liberación o Dependencia”?
Cuando Cristina aborda en nuestro país, como lo hizo en Kuwait, Qatar y Turquía, el concepto de que los tres pilares del siglo naciente son la energía, los alimentos y el conocimiento, está pensando seguramente en la Argentina inmersa en un nuevo mundo que se abre paso con un conglomerado de naciones que desafían la ley de gravedad impuesta por el hegemonismo conservador durante el siglo anterior.
Cualquier intento de restauración de esa ley, donde la especulación salvaje y financiera es la política por otros medios, está a la vuelta del mercado. Lo sabemos.
Pero no les será nada fácil imponerla a quien se atreva hacerlo en este lugar del mundo.
Por si acaso, vayamos diciendo que los opositores políticos al gobierno, curtidos en el molde de Clarín y los patrones rurales, son la playa de desembarco de la restauración neoliberal.
En Europa y en EE.UU. con el Tea Party batirían récords de taquilla.
Aquí está por verse.
Por estas razones, la noticia de la semana, sin dudas, fue la gira presidencial. Y por eso mismo, ninguneada por el monopolio mediático.
No toleran que nuestro principal valor agregado, hoy sea tener pensamiento propio y al servicio de una mejor calidad de vida para todos.
Estas ideas de cambio avanzan en la región y desde este conceptualización de la etapa, Cristina, lejos de aislarse en su propia fortaleza, recorre el mundo haciendo negocios favorables para nuestro desarrollo económico, para nuestro intercambio cultural pero, se admita o no, sale también a debatir con el mundo de qué lado está la línea del horizonte para la humanidad.
Urge hacerlo, en la convicción que nada de lo que preocupa a la justicia y a la paz vendrá de la cuadrícula trazada por las derechas en sus variadas versiones.
Ya lo hicieron y así nos fue.
Y entonces valen más preguntas: ¿Acaso la cuestión nacional y social de nuestros países y el mundo que emerge tras la fenomenal crisis que incubó y estalló en el hemisferio norte, caben en las escuálidas estructuras de los partidos opositores?
Son partidos que, en el mejor de los casos, deberían haber quedado a buen resguardo en el museo del siglo XX. Pero como están vigentes legalmente, se muestran a la intemperie tal como son, represores y excluyentes con los más débiles y sumisos y obedientes con los poderosos. No entienden las coordenadas de esta etapa porque no están ni estarán en condiciones de hacerlo con los instrumentos de análisis que utilizan. Pero sobre todo porque están descentrados del eje construido por el pueblo y su gobierno a costa de tanto sacrificio y en consecuencia, continúan girando amoralmente en torno al eje de las corporaciones mediáticas.
Lejos de nuestras fronteras están sucediendo pequeños y grandes cataclismos sociales, económicos y culturales a los que hay que considerarlos y abordarlos mientras sucede, no cuando estos cambios sean páginas amarillentas de la historia universal.
La presencia de Cristina en ese escenario de transformaciones implica, incluso más allá de los propios protagonistas, que el modelo nacional, popular y democrático tiene algo o mucho para aportar en esta instancia histórica.
Desde el valor de sus recursos naturales, su producción, su ciencia y tecnología, sus fuentes de energía, su turismo, su comercio, hasta aportar desde un conocimiento propio, a la reconstrucción de la brújula destrozada en las barcas que surcan cualquiera de los siete mares.
No se ha roto el mundo, es cierto. Pero se ha roto la idea que teníamos del mundo.
Quizá aquí está el mayor éxito de esta última gira, en ver a la Presidenta “bajando línea” pero sin imponer ni exportar modelos, sino compartiendo respetuosamente y sin dogmatismos, nuestra experiencia colectiva como nación.
Las doctrinas que configuraron el tiempo que se fue, nacieron de este mismo modo, haciendo cosas, creando, saliendo al ruedo, sin quedar rezagados cuando de construir un nuevo paradigma se trata.
Contra esta gira exitosa se hizo el lockout de la patronal rural.
Por estas victorias, patrimonio de todos los argentinos, bombardean nuestras cabezas atemorizando con “la inseguridad y la inflación”.
Pero ya aprendimos con Belgrano que el miedo sólo sirve para perderlo todo.
Y es bueno que lo recordemos siempre.


Miradas al Sur, domingo 23 de enero de 2011

No hay comentarios: