lunes, 1 de noviembre de 2010

El censo que iluminó Kirchner


Ese día en la planilla de los censistas faltaban registrar algunos datos imprescindibles para medir, por ejemplo, la alegría del pueblo, su estado de ánimo, su voluntad política, sus deseos, su opinión sobre el vicepresidente, si había que profundizar o no el modelo de país que gobierna Cristina.
Este Censo era muy completo e inclusivo. Con todos adentro, como nunca antes. Los pueblos originarios, los afrodescendientes, las personas con capacidad diferente, el matrimonio igualitario, las computadoras.
Pero convengamos que algo le faltaba: saber si había que avanzar más rápido o no, si había que torcer el rumbo del proyecto o por el contrario, profundizarlo.
Y allí estuvo la última batalla de Néstor Kirchner provocando con su repentina ausencia que el subsuelo de la patria sublevado saliera a mostrarse nuevamente ante propios y extraños.
Ese pueblo que se manifestó en su última despedida al Líder, bajó línea política a lo pavote.
Pa’ que bailen los muchachos. Pa’ que tenga el enemigo.
Ahora sí, el Censo está completo.
El pueblo avisó, sin utilizar metáforas, que el modelo kirchnerista de país inclusivo es su propio modelo, que lo va defender a rajatabla, con la vida si es preciso hacerlo, que Cristina es la Jefa de Estado y la Jefa del Movimiento Nacional y Popular que lo sostiene, que hay que avanzar abriendo todo el tiempo la pantalla y hay que profundizar este proyecto hasta consolidarlo como el segundo piso irrenunciable de la nueva democracia.
El primer piso, la democracia, ya está consolidado.
Desde ahora, habrá que saber que las operaciones de contrainteligencia, de provocación, de odios, de resentimientos, de inventar divisionismos, estarán a la hora del día.
Como nos decía Néstor, “no hay que pisar el palito”.
Desde ahora, al lado de Cristina para estar a su altura y a la altura de la historia.
Y abriendo los brazos a esa parte del pueblo que en medio de su dolor colectivo, resignificó su vida abrazando este modelo de gobierno.
Está ocurriendo ahora lo que sucedió con amplios sectores medios después del bombardeo golpista de 1955.
Tenía que acontecer un cimbronazo de proporciones para darnos cuenta todo lo que nos dio este proceso popular y todo lo que podemos perder si hay marcha atrás del mismo. Cuando ello ocurre, cuando la argamasa social es el sentimiento, es el dolor mezclado con la esperanza colectiva, es una misma mirada de país que traspasa las identidades partidarias y sectoriales, cuando la vanguardia y la retaguardia del proyecto son los jóvenes y los trabajadores, cuando los obreros se abrazan en la plaza con los estudiantes, con los profesionales, con los cartoneros, con los artistas, con los comerciantes, con los productores, con las Abuelas y las Madres y los Hijos, cuando ello ocurre, decía, agarrate Catalina porque lo vamos a disfrutar entre todos.
Los opositores están a miles de kilómetros de distancia como para comprender lo que está pasando. Están perdidos como perro en cancha de bocha. Hablan de “decantar en el tiempo para entender lo sucedido”, cuando el pueblo ya dio vuelta la página y escribe una nueva con Cristina y su gobierno.
Que se tomen todo el tiempo. No les vendrá nada mal.
Si el pueblo está dolorido, sus enemigos están confundidos.
Hablan de “vacío” justo ahora que el proyecto nacional llenó los vacíos que estaban pendientes.
Pero nadie debe bajar la guardia. Menos cuando se está avanzando.
Y porque en esa oposición anida el huevo de la serpiente. Y la serpiente también.
El kirchnerismo no declamó la necesidad de viviendas y escuelas. Las construyó.
El kirchnerismo no repudió la represión, sino que no la ejerció jamás.
Esa es la diferencia con las huestes mediocres de la oposición, de los que se llenan la boca contra la violencia pero cuando fueron gobierno se cargaron con la vida de una treintena de argentinos asesinados por la brutal represión del gobierno radical.
Ahí volvió Cristina. Mírenla. Aprendan algo de ella.
En el dolor, la vida es bella y generosa con nosotros.


El Argentino, 1 de noviembre de 2010

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