lunes, 18 de octubre de 2010

La suerte está echada

Entramos en tiempo de descuento.

En apenas doce meses tendremos la oportunidad de elegir el país que definitivamente construiremos para los próximos cien años.

La suerte está echada.

La última estocada en el Senado desnudó la miseria de los opositores.

No hay más lugar para los eufemismos.

La realidad está allí aunque cerremos los ojos; hay que usar el valor de la palabra para llegar a la verdad.

Y porque no todo se compra ni se vende, nos surgen dos preguntas al hilo:

*¿Quiénes son los que hicieron este falso proyecto de ley del 82 % para los jubilados?

*¿Por qué lo hicieron, por negocios económicos o por oportunismo político?

Queda claro que los impulsores de esta maniobra politiquera, son los mismos que congelaron durante años los haberes jubilatorios, menemismo mediante y los que luego asestaron a trabajadores activos y jubilados el garrotazo final del descuento del 13 %, Alianza radical mediante.

¿Usted creería a Videla dando cursos de formación en Derechos Humanos?

¿Usted creería a De la Rúa dictando clases de soberanía y justicia social?

¿Usted creería a Menem prometiendo nuevamente “el salariazo y la revolución productiva”?

Aprendimos que antes de abrir la puerta al que llama, hay que preguntar “¿Quién es?”.

De eso se trata. De conocer al emisor de la propuesta, saber si es creíble o no.

¿Cómo no atender cordialmente, por ejemplo, a la maestra del Censo que el próximo 27 de octubre nos visitará para saber cuántos somos los argentinos? A ella sí le creo.

Pero si el que golpea a mi puerta gritando que me ofrece un camión de regalos, se llama Macri, Cobos o Duhalde, tranco la puerta con doble llave.

Patricia Bulrrich y Gerardo Morales nos hundieron el país y ahora resulta que se pasan de vivos con un proyecto que no tiene fondos.

La segunda pregunta tiene varias respuestas posibles.

La que surge fácil es que lo hacen por oportunismo.

Perdieron. Creyeron que el pueblo sigue adormecido y se traga los cuentos como Caperucita.

“Miren que buenos son, que justos, que piolas son”

¡Vamos, nos conocemos todos!

Otra posibilidad es que lo hicieron para “que la Presidenta pague el costo de vetar la ley”.

Perdieron nuevamente. Por que el costo hubiese ocurrido si la Presidenta no vetaba, haciéndose cómplice de una maniobra miserable que fundiría al país irremediablemente.

Los neoliberales, por derecha y por izquierda, sueñan con producir otro 19 y 20 de diciembre de 2001.

Del “caos de tránsito” al “caos delarruista”.

Lo que venga después correrá por cuenta del dueño de la agenda opositora, el señor Magnetto.

Otra respuesta es al mismo tiempo un interrogante con olor a escándalo:

¿Y si lo hicieron por un gran negociado con millones de dólares en juego?

Note usted que el proyecto salió aprobado ya en diputados sin aclarar de dónde saldría el dinero para financiar semejante erogación a favor de las jubilaciones de privilegio. En esa maniobra ilegal participaron todos los que votaron el proyecto.

El Grupo A completito, como en su debut.

Con la derecha de paladar negro y con los que viniendo de la progresía, se lo mancharon con sus felonías.

Todos pusieron el gancho. Nada de sacarles a los ricos para darles a los pobres.

Sacarles la Asignación Universal por Hijo a los más pobres, frenar las obras públicas en las provincias, menos escuelas, viviendas y hospitales, esa es la fuente de financiamiento de esta miseria de proyecto.

Dice la ley, felizmente vetada, que el Estado debería vender las acciones con las que garantiza aquellas inversiones sociales en apenas treinta días.

¡¿Los que pusieron el grito en cielo por que los monopolios mediáticos contaban con un año para cumplir con la ley de medios de la democracia, rematan los bienes del pueblo en apenas treinta días?!

¿Hay o no hay olor a negociado atrás de esto?

El zarpazo opositor es un botón de muestra de su crónica impotencia.

Las editoriales domingueras del monopolio lo saben.

Por eso Clarín y La Nación destilan odios como lo hicieron ayer, convocando a la traición justo el Día de la Lealtad.

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