jueves, 19 de agosto de 2010

Tirando el país por la ventana

Macri dijo que quería tirar por la ventana a Kirchner porque no lo aguantaba más.

Carrió declaró que en la calle le pidieron: “matenlos”.

Biolcati dijo que en 1910 estábamos mejor que ahora; con estado de sitio, fusilamientos de obreros, represiones y salarios de hambre.

Duhalde sugirió un nuevo indulto para Videla.

Sanz dijo que los pobres gastan el dinero de la Asignación Universal por Hijo en drogas y timbas.

Mariano Grondona y Biolcati alentaron para que Cobos asuma la presidencia el año pasado…

¡Basta de quemar cajones, patrones de la violencia!

Cuenta la historia que en el preludio de esta democracia, un ex candidato no tuvo peor idea que quemar un cajón que simulaba el féretro de un partido contrario. Desde ese día todas las maldiciones cayeron sobre Herminio Iglesias, autor de tan odioso exabrupto escénico.

Sin embargo, aquel repudio de la democracia no hizo mella en los opositores de la derecha conservadora.

Queman “cajones” todos los días con sus declaraciones y con las zancadillas parlamentarias con que intentan hacer trastabillar el modelo de inclusión social del gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

¡Basta de quemar cajones!

¡Propongan algo superador, al menos una vez! ¡Ayuden a cuidar los ingresos del país que son de todos los argentinos, no del gobierno de turno!

¡Basta de oponerse a todo lo que hace feliz a un pueblo que ha sufrido ya demasiado!

Los opositores fueron responsables directos o indirectos de antiguos padecimientos colectivos.

¡Tengan un poco de pudor, de vergüenza, de memoria!

Nunca es tarde para aprender.

Anímense de una vez a liberarse de las ataduras del monopolio mediático y de la Rural de Biolcati.

Siéntanse libres, que soñar no cuesta nada.

Hagan política, no demagogia barata.

Hoy preferimos tirar nuestra indignación por esta ventanita diaria, antes que esa oposición tire el país por el balcón.

¿Cómo es posible tanto odio en un momento histórico donde los dolores de los más humildes empiezan a repararse por primera vez en cincuenta años?

¿Cómo es posible que Chiche Duhalde y su marido propongan seriamente más cárceles y menos caminos?

¿Cómo reivindicar a Videla y a los genocidas cuando los juicios orales están demostrando con pruebas más que suficientes la matanza de niños, de viejos, de mujeres embarazadas, de profesionales, de estudiantes, de trabajadores?

¿Qué tienen en la cabeza? Porque en el corazón, está claro que no guardan el más mínimo sentimiento de piedad siquiera con el sufrimiento de este pueblo.

Es tal la persistencia en el tiempo de estas actitudes opositoras que ya no pueden ser catalogadas como exabruptos aislados, “calenturas” del momento o el viejo cuento del “sacadas fueras de contexto”.

Si uno juntara todas estas declaraciones de tenor fascista, le suma luego todos los proyectos que presentan irresponsablemente en el Congreso de la Nación para intentar desfinanciar al Estado y le agrega finalmente una pizca de memoria sobre lo que hicieron cuando fueron gobierno, o cuando aún lo son como Macri, tendremos el sapo que nos harán tragar si es que llegan a gobernar alguna vez.

Y ahora que la oposición levanta tan combativamente la bandera del “salariazo del 82 %”, con discursos pronunciados en el Congreso con el casco puesto, compartimos tres preguntas finales para la reflexión:

¿Usted creería a De La Rúa dictando cátedra sobre eficiencia en la gestión y a Menem sobre la defensa del trabajo y el patrimonio nacional?

Sería como creerle a Cecilia Pando dictando una cátedra sobre Derechos Humanos.

¿Y Usted no cree que hay que tener eso que llaman Credibilidad, así con mayúsculas, para gobernar la Argentina después de la crisis del 2001?

¿O será que los mismos que recortaron el 13 % los haberes jubilatorios cuando gobernaron, cacarean ahora desde el llano porque en verdad quieren volver a tirar el país por la ventana?

Filosofan sobre los pobres cuando son oposición, pero los reprimen cuando son gobierno.

¡Vamos, somos pocos y nos conocemos mucho!

3 comentarios:

Cami C. dijo...

ésta entrada salió ayer en la opinión de la primer página del argentino. Muy bueno, Jorge

Nando Bonatto dijo...

El ingeniero Mauricio Macri quiere tirar a Néstor Kirchner por la ventanilla del tren. El exabrupto del devaluado dirigente de la derecha argentina (en realidad, uno de tantos. Nuestro país es generoso en producir estos ejemplares) me trajo a la memoria libros, películas y situaciones históricas al respecto.



La primera dificultad es conseguir un tren. Sólo en el conurbano bonaerense subsiste este servicio de transporte de pasajeros. Del maltrato que sufre la gente que lo utiliza, ni hablemos. Hacinados, burlados los horarios, los asientos destruídos, en fin, una mugre. Imagino a Macri pasajero de alguno de esos vagones y me siento Bretón.



En 2003, el entrañable editor, poeta y militante de izquierdas, mi amigo José Luis Mangieri editó "El Ferrocidio", de Juan Carlos Cena, para su sello La Rosa Blindada (como un homenaje a Raúl González Tuñón). Luego, o antes, no importa, el mismo Cena y bajo el mismo sello, publicó "El Guardapalabras (Memorias de un ferroviario)", con prólogo del querido Osvaldo Bayer.


En ambos textos se da testimonio del daño monstruoso que el dinosaurio de La Rioja le produjo al aparato productivo nacional y, fundamentalmente, al tejido social argentino. Pueblos enteros murieron o languidecen a lo largo y ancho del mapa de la patria. Ustedes recordarán las tremendas jornadas de resistencia de los laburantes de los rieles; y la respuesta privatizadora: "ramal que para, ramal que se cierra".
Macri dice, está grabado y filmado, que Menem fue el gran transformador. Y tiene razón. Transformó pueblos pujantes, en comarcas fantasmas. Transformó tierras fértiles, en campos yermos.
Me acordé, también, de "El ferroviario", la película de 1955, dirigida y protagonizada por Pietro Germi, esa mirada del noble trabajo de maquinista, vista desde los ojos neorrealistas de un pibe italiano de la posguerra.
O de "Tira a mamá del tren", de 1987, con la batuta del enano gigantesco Danny DeVito, inspirado en Alfred Hitchcock.
Al final, voy a termina agradeciéndole al crispadito alcalde municipal, haberme sacudido el disco rígido de mi memoria para saborear estos recuerdos.
De lo que se trata, vuelvo a nuestros días (no queda otra) es de subirnos al tren, sin tener que tirar a nadie por la ventana. Para eso habrá que reconstruír (ahora con mentalidad federal y no inglesa) el mapa ferroviario del país. Que cada uno ocupe el asiento que le corresponde, sin codazos ni robos ni escupitajos.
Mientras tanto, mientras Mauri deshace Buenos Aires, este jubilado mendocino añora los viajes en tren. En uno de esos, leí Rayuela, por primera vez. En ese viaje me hice mejor ser humano.





Julio RudmanAmengual 920, Godoy Cruz, Mendoza, Argentina (5547)Tel.: 0054-261-4270524

Nando Bonatto dijo...

El ingeniero Mauricio Macri quiere tirar a Néstor Kirchner por la ventanilla del tren. El exabrupto del devaluado dirigente de la derecha argentina (en realidad, uno de tantos. Nuestro país es generoso en producir estos ejemplares) me trajo a la memoria libros, películas y situaciones históricas al respecto.



La primera dificultad es conseguir un tren. Sólo en el conurbano bonaerense subsiste este servicio de transporte de pasajeros. Del maltrato que sufre la gente que lo utiliza, ni hablemos. Hacinados, burlados los horarios, los asientos destruídos, en fin, una mugre. Imagino a Macri pasajero de alguno de esos vagones y me siento Bretón.



En 2003, el entrañable editor, poeta y militante de izquierdas, mi amigo José Luis Mangieri editó "El Ferrocidio", de Juan Carlos Cena, para su sello La Rosa Blindada (como un homenaje a Raúl González Tuñón). Luego, o antes, no importa, el mismo Cena y bajo el mismo sello, publicó "El Guardapalabras (Memorias de un ferroviario)", con prólogo del querido Osvaldo Bayer.


En ambos textos se da testimonio del daño monstruoso que el dinosaurio de La Rioja le produjo al aparato productivo nacional y, fundamentalmente, al tejido social argentino. Pueblos enteros murieron o languidecen a lo largo y ancho del mapa de la patria. Ustedes recordarán las tremendas jornadas de resistencia de los laburantes de los rieles; y la respuesta privatizadora: "ramal que para, ramal que se cierra".
Macri dice, está grabado y filmado, que Menem fue el gran transformador. Y tiene razón. Transformó pueblos pujantes, en comarcas fantasmas. Transformó tierras fértiles, en campos yermos.
Me acordé, también, de "El ferroviario", la película de 1955, dirigida y protagonizada por Pietro Germi, esa mirada del noble trabajo de maquinista, vista desde los ojos neorrealistas de un pibe italiano de la posguerra.
O de "Tira a mamá del tren", de 1987, con la batuta del enano gigantesco Danny DeVito, inspirado en Alfred Hitchcock.
Al final, voy a termina agradeciéndole al crispadito alcalde municipal, haberme sacudido el disco rígido de mi memoria para saborear estos recuerdos.
De lo que se trata, vuelvo a nuestros días (no queda otra) es de subirnos al tren, sin tener que tirar a nadie por la ventana. Para eso habrá que reconstruír (ahora con mentalidad federal y no inglesa) el mapa ferroviario del país. Que cada uno ocupe el asiento que le corresponde, sin codazos ni robos ni escupitajos.
Mientras tanto, mientras Mauri deshace Buenos Aires, este jubilado mendocino añora los viajes en tren. En uno de esos, leí Rayuela, por primera vez. En ese viaje me hice mejor ser humano.





Julio RudmanAmengual 920, Godoy Cruz, Mendoza, Argentina (5547)Tel.: 0054-261-4270524