martes, 17 de agosto de 2010

La plaza de los únicos privilegiados

Hay fiesta en el pueblo y en las calles, se ven pibes jugando con sus regalos y con la Asignación Universal por Hijo que los vuelve a igualar un poco más en este Día del Niño.Ojalá nadie quede solo, desprotegido, desamparado, menos un día como el de hoy.Es el deber de un Estado que vino para igualar, para incluir, para crecer entre todos.Quizás los pibes de este presente tengan un país mejor, más justo, más bello y quizás por eso mismo, un país donde vuelve a ser bastante fácil saber dónde están los buenos y dónde están los malos. Dónde el bien y dónde el mal, aunque se disfracen.Como esos que se juntan en casa de los poderosos para negar derechos y volver al país de las sombras largas. Y tenebrosas.Que sirva el día para recordar en familia, de a dos o solo o como prefiera, los días que alguno de nosotros fue feliz en su infancia.Era bastante simple la ecuación: había que igualar para crecer. Después seguir creciendo para seguir igualando. Después, una nueva vuelta hacia arriba y así hasta el infinito. Es decir, hasta lograr construir una patria justa con un pueblo feliz.Claro, no nos permitieron seguir con el juego porque no era un juego. Era la vida misma. Y entonces había que romper esa ecuación para tirar para abajo, para desigualar más y peor. Para depender de otros, para despojarnos más.No es tan difícil entender qué nos pasó. Esos injustos no se han ido del todo. Meten miedo de vez en cuando. Merodean en las sombras y abandonan las plazas de los pibes a su suerte.Allí está un ejemplo cercano de la injusticia con lo que viene ocurriendo en una Plaza que se llama “Isidora” en homenaje a una Madre de Plaza de Mayo del popular barrio de Liniers, en Buenos Aires. Avenida Larrázabal y Caaguazú, para más datos.Los vecinos y los militantes de organismos de derechos humanos contribuyeron a crearla, con sus hamacas y toboganes y los circuitos para la bici y el pastito apto para jugar al fútbol.En las mesitas pintadas estaban juegos de ajedrez y de dama y casi siempre los papis y las mamis se entretenían jugando con sus hijos mientras tomaban mate con tortas fritas cuidando de cerca a los pibes que jugaban más allá.Sin embargo hoy, los pibes no pueden jugar todos los días a la salida de la escuela que está la vuelta ni los sábados ni los domingos como siempre lo hacían.Y es una Plaza de las Madres construida para que jueguen solamente los pibes. Doble responsabilidad para cuidarla. Pero no.La Plaza de los pibes llamada “Isidora” luce charcos inagotables de la última lluvia y de la otra y de la otra. Y abandono por aquí y por allá.Habría que traerlo al jefe de gobierno, que para eso le pagan los vecinos con sus impuestos y hacerle saltar el charco antes que lo citen nuevamente a los Tribunales o muy pronto a declarar ante la Legislatura. Y fotografiarlo como aquella otra¿Se acuerdan?Y después que la muestre en la próxima campaña electoral.Es una Plaza que duele. Por su historia, por su nombre, por sus pibes.Este modelo de gobierno del abandono es el que debemos dejar atrás para siempre.El abandono de las pequeñas cosas, de los afectos compartidos, de los pibes jugando. No cuesta nada si hay un poco de amor, que de eso se trata.Es el mejor regalo para los pibes y para nosotros mismos.¿De qué valdría una economía de pocos, un país de pocos o una plaza de nadie?Ese país ya lo sufrimos. No estamos en las vísperas del destierro. Ya lo conocimos con la dictadura y con el menemismo y con el radical que fugó en helicóptero mientras abajo, en esa otra Plaza, la histórica, molían a palazos a las Madres como Isidora y dejaban un tendal de pibes muertos por reclamar justicia.Hay que profundizar esta democracia para alejarnos de ese país del olvido y la exclusión. Que no haya más ni un solo niño en la calle, es la consigna.Que la vida y la democracia sirven para eso; lo demás, son detalles casi de complemento.

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