domingo, 29 de agosto de 2010

Es Ahora o Nunca


La flecha está en el aire. Es ahora o nunca que seremos libres como sociedad, como pueblo, como nación de iguales.
La Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, plantó el martes 24 de Agosto un “nunca más” en el centro mismo del poder mediático que aprisionaba como un corsé a la democracia, desde los tiempos de la dictadura.
Todo lo demás son detalles y vericuetos de la historia.
O la verdad la construye el pueblo y el Estado que lo representa, o la edifican a su antojo, los mercaderes más poderosos.
Cuando en un pleito con impacto social, cualquiera sea, el resultado final se dirime entre genocidas y víctimas, siempre estaremos del lado de las víctimas.
Entre el torturador y el torturado no hay hendija posible para poder dudar; o se está con uno o se está con otro.
Los que dicen aborrecer del sistema binario, en verdad, son aquellos que ocultan que optaron por la orilla más tenebrosa.
En tiempos de encrucijada, hasta la proclamada “neutralidad” suena a complicidad con los verdugos.
Ni hablar de los que optan por los dictadores, por sus negociados, por la producción en línea de tormento. Esos sí que echan a los perros su honra y la de sus hijos y los hijos de sus hijos.
Se dirá que es esta una cuestión de principios. ¿Y está mal que así sea?
Pero también es una cuestión política y normativa del país que queremos habitar, nosotros y nuestra descendencia.
Declarar en democracia que se está en contra de la dictadura, en contra de los crímenes cometidos en épocas del terrorismo de estado, es casi una obviedad, una redundancia. Lo importante es sostener esa posición ahora, cuando las últimas trincheras de ese genocidio quedan en pie.
Las noticias abundan con lujos de detalles sobre las pruebas que condenan al monopolio mediático más poderoso que hayamos conocido.
Isidoro Graiver desmiente en el mes de junio, en reportaje ante Tiempo Argentino, al Isidoro Graiver que se prestó a dar su nombre para una “solicitada” del mes de agosto.
Fernando Molinas desmiente a Clarín y al Grupo A de Gil Lavedra y Pino Solanas, en honor a la memoria de su padre, el ex fiscal Ricardo Molinas.
Lidia Papaleo ratifica ante la justicia lo que afirmó la Presidenta de la Nación, desmintiendo lo afirmado por los periodistas y políticos serviles del grupo Clarín.
Julio Strassera se juega por el monopolio y es desenmascarado en su condición de fiscal de la dictadura, “visitando” a Lidia Papaleo en su lecho de convaleciente después de que la operaran de los tumores cerebrales ocasionados por las torturas y notificándola que él solicitaba su condena a quince años de prisión en nombre de la justicia del “proceso de reorganización nacional”.
Todo está guardado en la memoria, como canta Gieco.
En el Juicio Oral por la Masacre de Margarita Belén se revelaron pruebas irrefutables sobre la participación directa, nada sutiles, de jueces y fiscales en tiempos de la dictadura. Y qué casualidad, esos fiscales respondían lo mismo que Strassera ante las denuncias de las víctimas o sus familiares sobre apremios ilegales: “no es de mi competencia; no se nada; no escuché nada”
La profundización de la democracia entró en tiempo de descuento. Cada uno elije el lugar que quiera ocupar en la partida.
El monopolio mediático de Clarín es el último vestigio de la dictadura que aún queda en pie. Fueron ellos los que modelaron el sentido común de la sociedad en estos años. El bien y el mal se dirimían en las tapas del diario y los zócalos de TN.
Nos domesticaron al gusto de Magnetto y la señora Ernestina Herrera de Noble.
No es que ocultaran la realidad, como lo hacían los grandes medios hasta entrados los años setenta. El Grupo Clarín construía la realidad que debíamos aceptar y consumir como verdad revelada.
No sólo arbitraba sobre el bien y el mal. Decidían por nosotros qué cosa era el bien y qué cosa era el mal.
Pues bien, aunque nos pese, no irán presos por eso.
Se dirá que la sociedad permitió que así suceda.
Decía César Jaroslavski, “cuidado con Clarín, te ataca como partido político pero si le respondes lo contrario, se defienden con la libertad de prensa”
Si Alcapone no fue preso por sus crímenes sino por no pagar impuestos, el poderoso Grupo corre peligro de prisión no por manipular la conciencia pública sino por apropiarse junto a la dictadura de la empresa Papel Prensa.
Con métodos de la dictadura. Con torturas, prisiones y desapariciones.
¿Cómo es posible que alguien pueda, en nombre de ideas y compromisos históricos, argumentar una coma a favor de las consecuencias letales de aquel genocidio de Videla, Massera, Agosti y Martínez de Hoz?
¿Cómo dudan en si permanecer o no en fuerzas políticas que tienen un discurso “progresista” y a la hora de optar, defienden a la cría del proceso genocida?
Nicolás Casullo decía que la única derecha en la Argentina la constituían los grandes medios de comunicación. Como Clarín. No porque optaran por presentarse así en elecciones libres y democráticas. Ojalá lo hicieran. Sino porque construían mediáticamente un sentido común con valores de derecha.
Este gobierno, esta democracia, esta sociedad que somos, hoy pegó el salto. Y no hay posibilidad ni voluntad de poner la marcha atrás. Por eso decimos que la flecha está en el aire. O ganan las corporaciones o gana la democracia. O gana el monopolio o gana la política en manos del pueblo. Después, el pueblo sabrá dirimir sus diferencias en su propio seno, sin ayuda externa, sin facultades delegadas en los dueños del poder mediático. Pero este río habrá que atravesarlo juntos, entre los que realmente apuesten a un país soberano, libre, justo, inclusivo, democrático.
Esta vez hay razones para festejar.
Porque no se trata solamente de la épica de cruzar cadenas sobre el río como en la Vuelta de Obligado. Es que esta vez no cruzarán el río, que es distinto.
La próxima Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de la democracia es la hoja de ruta para seguir después del último crujido.
Será algo así como el primer latido de un país que aún está en las vísperas.

Miradas al Sur, 29 de agosto de 2010

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