domingo, 13 de diciembre de 2009

CUANDO NO HUBO ERRORES NI HUBO EXCESOS

La sentencia a Menéndez y el juicio a la ESMA son logros de una larga lucha de Madres y Abuelas, completada por el proceso político que conducen Cristina y Néstor Kirchner.
La derecha lo sabe y no perdonará jamás que hayan reivindicado la memoria de la veintena de militantes de la Juventud Peronista que un día como hoy, en 1976, fueron asesinados en las afueras de Margarita Belén, Chaco,
Los genocidas de aquella masacre siguen sin condena firme, a la espera del juicio oral y público. La causa sigue abierta.
Es justo y necesario recordar las palabras finales de Néstor Sala, uno de los militantes masacrados, pronunciadas el día anterior ante sus compañeros detenidos en el penal de Resistencia.
“Compañeros, se que nos sacan para matarnos. Es mentira que es un traslado…todos los que hoy nos sacan de la cárcel, los que están aquí adentro y los que esperan afuera, son culpables ante la historia, culpables de la miseria del pueblo y culpables de nuestras muertes. Sólo quiero pedirles que cuenten de esta matanza a mis hijos cuando ellos tengan edad de entender qué pasó en la Argentina de estos años y a mi compañera cuando puedan verla…de nada vale este sacrificio nuestro si ustedes no siguen peleando por mantener viva la memoria popular, por eso cuéntenle a nuestro pueblo por qué nos asesinan y por qué decidimos morir de pie”
¿Alguien puede pensar todavía que aquella masacre, como otras, fue obra del desatino de algún trasnochado?
Los testimonios que en estos años fueron brindados en los respectivos juicios contra los crímenes cometidos por el terrorismo de estado, son claros y contundentes al señalar que se trató de un plan criminal cuyo resultado fue el país desigual e injusto que dejó la dictadura.
“No hubo errores ni hubo excesos”, dice la ronda popular.
El juicio a los asesinos de la ESMA abundará en detalles dolorosos y esclarecedores sobre esa etapa que se niega a pasar a retiro. No sólo por que la memoria y la justicia trajinan con toda dignidad y sacrificio. Sino por que los exégetas de aquellas voluntades blindadas, no cesan en sus odios y revanchismos de antaño.
33 años después de los crímenes de lesa humanidad, la Argentina vuelve a tensionar la cuerda de su destino entre dos fuerzas contrarias que pujan por dos modelos de país que resultan antagónicos.
Esta vez, felizmente, es la democracia el campo donde se dirime esta puja histórica.
Las declaraciones de Abel Posse y el discurso de los patrones rurales en el Rosedal de Palermo, en especial del jefe de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti, están advirtiendo que aquel serpentario sigue vivo.
¿O alguien piensa seriamente que son un exabrupto de ocasión? Ellos validan y reafirman los principios fundantes del modelo de exclusión impuesto con los dictadores y profundizado por los neoliberales de los noventa.
El Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirma en este sentido que “Posse miente y lo hace adrede. Tergiversa, oculta, engaña. Con lenguaje pomposo y edulcorado, intenta otra vez su prédica autoritaria. La del mismo Abel Posse que ha pedido a gritos el perdón a los militares que encabezaron el terrorismo de Estado. Y el que criticó con dureza el juicio que se le hizo al dictador Pinochet en Londres. Y el que defendió a Fujimori contra la Comisión de Derechos Humanos de la OEA”
Como si faltaran argumentos para entender esta incestuosa relación de los apologistas del fascismo criollo con los genocidas, allí resuena el alegato del criminal Luciano Benjamín Menéndez reivindicando la verba inflamada del flamante ministro de Educación de Mauricio Macri.
Pero no hay mal que por bien no venga.
Cuando Posse afirma que “la política está destruyendo a la Argentina”, un país que “está al revés”, según él, aclarando que dice “lo que piensa la mayoría de los argentinos”, está diciendo que el sentido de país con el que comulgan todos ellos, está en las antípodas del país gobernado por Cristina Fernández de Kirchner.
La derecha es coherente con los intereses que representa y con los cimientos del modelo de exclusión social que defiende. No habría que esperar otra definición que enmiende lo dicho y lo hecho por ese grupo de “gente sana”, como se autodefine Macri.
Esta es la cuestión de fondo que se dirime en el plano de la cultura dominante.
Y en esta instancia son los actores sociales los que libran la batalla.
Se puede argumentar con solidez, que ninguno de los cataclismos que auguraban los profetas del odio opositor se ha cumplido ni se cumplirá durante el 2010. Es un ejercicio vital releer las declaraciones de los más acérrimos opositores, políticos, empresarios, religiosos, cotejarlos con el día a día, para advertir que sus pretendidos “análisis de perspectivas”, no son nada más que la expresión de sus más bajos deseos.
Envalentonados por el recambio parlamentario, sacaron a relucir un voluntarismo clasista propio de los mismos sectores que propiciaron en otras épocas los golpes de estado. En ese marco hay que entender los mensajes del Rosedal.
Lejos de ser un acto reivindicativo del “campo”, fue una manifestación del núcleo duro social que disciplina al conjunto de la oposición.
Es la sociedad toda, pero en particular sus sectores medios, los que empiezan a construir el perfil del país del Bicentenario; quieran involucrarse o no.
Si no lo hacen por sí, esos factores del poder económico los atraparán nuevamente entre sus garras mediáticas.
Decía Carlos Auyero que resulta siempre más estimulante y digno luchar por el sentido de una Nación.
Y este gobierno da muestras muy claras que avanza en un sentido progresista.
Cuando esa épica está ausente, pierde el pueblo en su conjunto.
Si la derecha planificaba que la estrategia del miedo y la inseguridad tenía su salida obligada en el negocio de las agencias privadas y en la fórmula Posse - Biolcatti, se equivocó.
Un gobierno como el de Cristina, acostumbra a tener bajo cada ala, un manojo de medidas populares que florecerán mucho antes de lo que ellos piensan.


Jorge Giles. Miradas al Sur. 13.12.09

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