lunes, 21 de septiembre de 2009

LA PRIMAVERA PROGRESISTA

Allá por 1973, se produjo lo que dio en llamarse “la primavera camporista”.
Con Héctor Cámpora en la presidencia, el país vivió un breve interregno histórico signado por cambios profundos en la orientación y el mensaje del gobierno democrático elegido el 11 de marzo de ese año.
En la memoria colectiva y en el registro de la historia, quedó impresa la extraordinaria participación dinámica de la juventud de ese tiempo, las masivas movilizaciones populares, así como en su reverso y con mayor impacto y dramatismo, se apuntan las agudas contradicciones en el campo popular.
Esa primavera fue el rasgo de una época. Importa el comportamiento de sus protagonistas, saber de sus potencialidades y sus limitaciones a la hora de hacer la historia, en el barro de la historia, con sus pulsiones y sus emboscadas, para sacar enseñanzas que ayuden a equivocarse menos y acertar más en el presente de un país inesperado como es el nuestro.
Si por progresismo entendemos un núcleo de ideas asentadas en la creencia de que es necesario construir una sociedad mejor, más libre, más justa, más solidaria, más equitativa, mejor desarrollada, la experiencia enseña que es imprescindible sumar al mismo tiempo, la posibilidad, la capacidad y la inteligencia política para que esas ideas puedan dar brotes, como las flores en la primavera.
De lo contrario, el progresismo se muere en un café entre amigos de la misma especie, ocupando el carril izquierdo de un campo de juego dominado por los poderes fácticos de la sociedad.
En síntesis, creemos que el progresismo es tal si es capaz de transformar la realidad y no sólo de interpretarla. Es en este marco conceptual donde habrá que medir los próximos pasos de los sectores progresistas en sus distintas escalas de representatividad social, cultural y política.
Esta vez, es nuevamente un Gobierno de raíz nacional y popular el que produce los cambios estructurales, el que lidia con las ingratitudes de una época muy distinta a los años 70 pero al mismo tiempo camina en la dirección de los vientos que soplan en el continente. Nunca, como ahora, la historia quiso que tantos presidentes latinoamericanos comulguen una misma idea de desarrollo y unidad continental.
La reciente votación en Diputados dándole media sanción a la Ley de Comunicación está expresando que no sólo es necesario sino también posible juntar masa crítica entre los diferentes sectores progresistas, no para acompañar pasivamente sino para impulsar y sostener en el tiempo la construcción de un país más democrático y justo.
Las condiciones en la historia, es decir en la política, son irrepetibles y son intransferibles. Lo que no se haga hoy no se hará de la misma manera mañana. El tiempo político de una sociedad tiene peso, densidad, cuerpo, tiene su propia textura y cuando se muestra en la pista, hay que sacarlo a bailar inexcusablemente.
La música está sonando.
Asistimos al quiebre de todos los ensayos partidarios del centro hacia la derecha. Se desmiembran sin disimulos por causas profundas y banales a la vez.
El poder del monopolio mediático que los cobijó y los maquilló durante décadas, ha entrado en crisis; carecen tanto de liderazgos como de un mando único que los articule armoniosamente; carecen de un proyecto alternativo al proyecto gobernante, y por último, carecen de una voluntad política de igual o mayor volumen que el que habita en el espacio conducido por Cristina y Néstor Kirchner.
Es la hora de la primavera progresista. Lo viene siendo desde el 25 de Mayo de 2003
¿O en qué lugar del tablero hay que apuntar el entierro del ALCA y las AFJP, el soberano adiós al FMI de la imposición colonial, la política de Derechos Humanos, la de empleo, el protagonismo en la UNASUR, el enfrentamiento contra los poderosos barones del poder terrateniente?
Habrá que estar muy juntos para seguir avanzando, para sostener lo conquistado y para cuidarse de los ataques miserables de los que sólo aspiran seguir viviendo en el país de un eterno y gris invierno.


Jorge Giles. El Argentino. 21.09.09
http://www.elargentino.com/nota-58825-La-primavera-progresista.html

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