domingo, 9 de agosto de 2009

LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO ESCENARIO

La coyuntura está enseñando que la política es el arte de administrar las victorias y revertir las derrotas.
El latiguillo de la corporación rural, sobre que el gobierno no advirtió aún que perdió y la oposición que ganó, oculta una serie de razones más profundas.
Una primera cuestión a despejar es preguntarse si hubo o no hubo un claro ganador, y por tanto, un nítido perdedor. Y nos parece que ni una cosa ni la otra han sucedido. Más bien pareciera que los resultados indican que el oficialismo no perdió todo lo que se dice desde la corporación mediática, ni la oposición ganó todo lo que se atribuyó en el anochecer del último domingo de junio.
Así resulta una situación de equilibrio inestable que seguramente encontrará su punto de resolución, con el devenir de los días y en los comicios del 2011.
¿Y hasta tanto qué? Cada bloque político, irá acumulando fuerzas, al calor de los acontecimientos y de la capacidad de iniciativa e inventiva que sepan demostrar.
Los opositores no están en condiciones de encontrar un punto de amalgama en sus diferentes expresiones partidarias.
Rugen los cañones de sus artillerías, pero sólo el humo que brota de sus bocas, es testimonio de la ofensiva.
De todos modos, es útil discernir los diferentes comportamientos de los actores para con el cuidado de la democracia y su gobernabilidad.
Nos facilita la tarea de cualificar su ubicación, en orden a estos conceptos, la conducta obscena de Elisa Carrió.
Con su rabiosa oposición al dialogo convocado por la Presidenta de la Nación, habilitó a sus fieles el embate contra su principal socia política, Margarita Stolbizer. A su regreso de Disneylandia, arremetió brutalmente contra el gobierno democrático, sin guardar el mínimo respeto por aquellas fuerzas que en cumplimiento de sus responsabilidades cívicas acudieron a la mesa del dialogo, largamente reclamado.
Resulta triste y opaca una actitud de egoísmo tan reñida con la convivencia.
El radicalismo sigue procesando su orfandad de liderazgos propios y sus propios miedos, escaldados con su fugaz y conflictiva experiencia gobernante con la Alianza. Apela a la figura de Cleto Cobos, advertidos que se aferran a una sombra que se mueve sigilosamente por afuera de cualquier cuerpo que pretenda sujetarlo. Cobos es un gato ladino que ronronea a unos y otros, para clavarles las uñas si así le resultara necesario hacerlo. Es él y sus circunstancias. No es un hombre de partido. Menos que menos, de lealtades y convicciones. Los legatarios de Raúl Alfonsín lo saben bien y por eso desconfían del mendocino.
Pero claro, para los operadores sin sustancia, la necesidad tiene cara de hereje.
Es de esperar que en el alma radical prevalezca una conducta republicana acorde con los tiempos, para no terminar siendo furgón de cola de los intereses corporativos que siempre despreciaron lo que el radicalismo cultivó como un preciado patrimonio cultural, la política.
La derecha sigue dando sus pasos, tropezando tantas veces como tantos pasos intenta dar. Insisten en recetas económicas que fueron el caldo de cultivo de las peores injusticias en la historia de los argentinos.
Como si nada hubiese ocurrido en la Argentina y el mundo en estos años.
Esa derecha atrasa el calendario en más de un aspecto, pero bienvenida sea al debate por la puja distributiva. Eso sí, en los marcos inviolables del sistema democrático.
Francisco De Narváez y Mauricio Macri, pueden y deben colaborar en esta etapa con sus propias ideas, si las tienen, aislando a los neogolpistas que vinieron de atropellada hasta el Congreso.
La gestualidad que hoy demuestran es una expresión elocuente de que en estas elecciones no hubo ganadores, ni perdedores contundentes.
En este marco se deberían analizar los movimientos políticos que ejerce el gobierno, administrando su propio rumbo.
Ayuda a procesar las contradicciones legítimas entre los actores políticos a través del dialogo, no de la confrontación. No pierde la iniciativa, la construye día a día, asume su responsabilidad de timonel de la nave del Estado que le confirió la voluntad popular en cada instancia.
Rompe con la vieja lógica de la política argentina, que se manifestaba por concebir cada coyuntura como un todo y no como partes de un proceso muchísimo más largo y sostenido en el tiempo. Es un proyecto el que gobierna y que no concibe cada instancia electoral como el principio y el fin del cosmos. Sino como la posibilidad colectiva de emprender un largo camino ascendente hacia el imperio de la justicia social.
Con sus avances y retrocesos, con sus victorias y derrotas ocasionales.
Ante la disyuntiva de optar entre un modelo de exclusión y otro de inclusión social, el gobierno opta por asegurar la estabilidad democrática basada en la inclusión.
No mide su temporalidad en función de su suerte partidaria, sino de la defensa del proyecto nacional y popular, progresista y transformador que lo sustenta.
Dejamos para el final de estas líneas, la tan meneada pobreza que asoma en estos días. Para el gobierno seguirá siendo la razón y el fundamento de las políticas de redistribución de la riqueza.
Para las corporaciones del poder, sólo una operación política mediática.
La escena televisada en vivo y en directo desde San Cayetano lo corrobora, con humildes entrevistados que relatan su presencia en agradecimiento por tener trabajo; y el movilero que los intima para que digan que no hay trabajo en el país.
La riqueza es un escándalo, la pobreza es un dolor.
El gobierno no cayó en ninguna trampa tendida por los que ocasionaron la pobreza, concentrando sus riquezas.
Tendió puentes allí donde algunos preparaban barricadas y siguió trabajando para que el modelo de inclusión desarrolle sus políticas de honrar la deuda, pagando el Boden 2012, mejorando el INDEC desde adentro, impulsando en el Parlamento de la Emergencia Agropecuaria, adquiriendo más aviones para la flota de nuestras Aerolíneas. Y diseñando una nueva arquitectura de sus políticas sociales, con eje en el trabajo para miles de compatriotas.
Antes que finalice el año, madurarán las brevas y cada bloque político definirá nítidamente su ubicación en el nuevo mapa.
El último mensaje de Néstor Kirchner está indicando que el oficialismo ya ha trazado su propia hoja de ruta: Hacia la profundización del modelo y la reconstrucción de un frente nacional y popular que sea nuevamente alternativa para las próximas batallas de la democracia.


Jorge Giles. Miradas al Sur. 09.08.09

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