domingo, 26 de julio de 2009

LA LECCIÓN DE HONDURAS

La crisis en Honduras es una prioridad en la agenda política nacional.

De su resolución dependerá el futuro de todo el continente.

Es la convicción de Cristina, mal que les pese a las derechas y a esa falsa progresía que lanza sus dentelladas a un Gobierno que reafirma su rumbo, en medio de un mundo que se desploma.

Nada es para siempre en la vida de los pueblos.

Al menos es así en esta América Latina que no deja de sorprender y doler con sus corcovos. Hacia atrás y hacia adelante. Y viceversa.

Honduras es el dramático punto de inflexión arrojado sobre los gobiernos populares de la región.

Con el golpe cívico-militar, quedó al desnudo violentamente, esa tensión que nos atraviesa entre el intento de hacernos retroceder al tiempo más cruel del neoliberalismo y la necesidad de profundizar, en democracia, los procesos de cambio como el nuestro.

Eva Perón, más contemporánea que nunca en nuestra historia grande, advertía hace medio siglo, la necesidad de sostener las transformaciones de un gobierno auténticamente popular, con una buena dosis de pasión revolucionaria, organización popular y una decidida participación de todos los sectores comprometidos con la transformación social. Hay que seguir esa huella, sin prisa pero sin pausas.

Los partidos y gobiernos mediocres, limitados exclusivamente a gestionar las crisis, no pasan por estas encrucijadas, ni tienen los desafíos propios de un modelo de país inclusivo que abre los caminos en medio de la bruma.

Por si no bastara, la derecha que sólo calzaba botas, también aprendió el oficio de invertir millones para ganar con votos. De una u otra manera, hacen llegar en estos días, amenazas de hacernos volver al viejo reino de las injusticias.

El drama hondureño lo advierte, aún con sus formas arcaicas.

La capacidad de imaginación que se tenga de aquí en más, determinará los tiempos para reescribir la hoja de ruta de nuestro destino democrático.

Cuando Argentina lidera esta posición en el MERCOSUR, está sosteniendo la convicción de no ceder en lo más mínimo, ante el retorno de los dinosaurios, cualquiera sea su formato.

Este nuevo dolor en la historia del continente, es una nueva lección para los pueblos que pujan por entrar definitivamente al siglo XXI.

Hay que aprenderla sin prejuicios, aunque la derecha se siga mofando de Tegucigalpa en cada almuerzo televisivo.


(Jorge Giles. Miradas al Sur. 26.07.09)

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