domingo, 26 de julio de 2009

LA PASIÓN SEGÚN EVITA



Eva Perón, Evita, siempre vuelve en días como estos. Su solo nombre, sacude la memoria hasta los huesos y ella, que por momentos parece estar dormida, nos despierta de cualquier derrota pasajera.

No se resigna a partir, como si supiera que aun es temprano para estar ausente.

No sabe de esos lujos cuando su pueblo llama.

Evita es todo lo que su vida dice. Por eso sus palabras son latigazos para los injustos y caricias de amor para los humildes, sus cabecitas negras, sus descamisados.

Este día de invierno, con semejante frío, nos convoca al abrigo de encontrarnos en algún lugar de la memoria. En eso andamos, más que nunca.

Y es 26 de Julio y Evita se enciende en las antorchas de su pueblo, como lucecitas que alumbran el camino, aún en las noches más oscuras.

Arde un nuevo dolor en la cintura angosta de la Patria grande, y es preciso llamarla y escucharla con su amor intacto, con su pasión encendida, con la claridad de quien supo como nadie dónde estaban los justos y en que lugar se agazapan los injustos.

Este domingo vuelve y escribe en las paredes invisibles de la historia:

El peronismo será revolucionario, o no será.

Y aunque deje jirones de mi vida, yo se que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.

La patria dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas.

Renuncio a los honores, pero no a la lucha.

Donde existe una necesidad, nace un derecho.

Hay que verla caminar por las calles del barrio, gritando o murmurando por lo bajo “que nadie olvide, que nadie olvide” con la mirada más bella que sus ojos, mientras unos pibes la miran pasar como a una loca, tan linda como loca, con un pañuelo blanco en la cabeza dando vueltas y vueltas la histórica Plaza, mientras sigue clamando con amor y rabia, “que nadie olvide”

No se ni cuando fue que un poeta de barrio escribió aquello que dice

“El día que te duela Evita, te dolerá la patria y llorarás descamisado sobre el hombro angustiante de Juan Pueblo.

El día que te duela Evita te dolerán las llagas de los que nada tienen, más que sus propios sueños.

El día que te duela Evita descubrirás el mundo, la rebeldía, y esa alegría de saberte joven para siempre, entero, de pie, victorioso en la victoria, digno en la derrota.

El día que te duela Evita, caminarás con el pelo al viento, descalzo y libre, te tocarás la herida sobre el pecho, esa que duele hace siglos, y reirás tan loco como ella, sabiendo que te está mirando. No desde el cielo de los buenos muertos, ni desde el odio ni de la revancha, ni desde el olvido ni desde el destierro.

Sólo el amor redime, decía Evita.

Ella te mira desde los trenes cargados de obreros y desocupados, desde los maestros, desde las prostitutas y los oficinistas, desde los artistas y los poetas pobres.

El día que te duela Evita, sabrás amar para siempre, para siempre, para siempre.”

Hoy es preciso traerla nuevamente hasta nosotros para que nadie diga que el olvide existe.

Y por que los días que vendrán requieren mucha paciencia y sabiduría. Y esa buena dosis de pasión que ella nos legó.

Sin apurar los pasos habrá que redoblar los esfuerzos para defender todo lo hecho hasta aquí por un Gobierno que honra su memoria en cada gesto solidario.

Hay una hoja de ruta escrita en el viento de la historia. Y hay que completarla.

La unidad de los trabajadores, es vital para profundizar los cambios. El dialogo de la democracia convocado por Cristina, es necesario para gobernar con más justicia. La solidaridad activa con Honduras, es con nosotros mismos.

Pero será imposible avanzar, si Usted no está presente.

Por que es Usted el verdadero hacedor de la historia, aunque le digan lo contrario por la televisión, la radio o un malicioso diario.

Y cuando digan Usted, respóndale Nosotros, los Compañeros, los Amigos, los simples y mortales de una ciudadanía que aún cobija en su memoria colectiva, la ternura apasionada de una mujer a la que el pueblo bautizó, simplemente, Evita.



(Jorge Giles. El Argentino. 26.07.09)

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