jueves, 28 de mayo de 2009

SIN UTOPÍAS NO HAY MODELO DE CAMBIO POSIBLE

Ahora sí entramos en la recta final. En apenas un mes, todos seremos artífices de nuestro propio destino en la soledad de un cuarto oscuro.
Como bien grafica Néstor Kirchner, el ronroneo siniestro de un helicóptero huyendo en medio de la tragedia, rondará nuestra memoria al momento de emitir el voto.
Nuestra madurez como sociedad y la democracia que conquistamos, lo hizo posible.
Es para alegrarse si recordamos que desde hace dos siglos, estas disputas eran causa de otras tragedias mayores. Hoy se resuelven, votando.
Pero sentimos que, al compás de la movilidad social ascendente, aún nos falta ascender en nuestros sueños colectivos.
Si no hay utopías, no hay modelo de cambio.
Lo saben los exegetas de la máquina de impedir. Los que levantan muros a nuestras espaldas, para que las nuevas generaciones no vean que hay una larga historia que nos precede a todos.
Están entre nosotros. Los vemos y escuchamos todos los días. Son los que ofenden las buenas costumbres y el respeto hacia el otro. Ellos no discuten, insultan. No opinan, adoctrinan. Son intolerantes hasta con el aliento del otro. Tratan de meter miedo todo el tiempo. Corroen la confianza pública. Todo está mal. Nada sirve. Nada alcanza. Atrasan. Provocan. Deforman. Insultan. Olvidan.
Están los analfabetos políticos, que como decía Bertold Brech, son los peores analfabetos. Los que repiten mecánicamente todas las malas ondas que dispara el agrio comentario de la tele, de la radio o del diario opositor.
La muletilla es “Si lo dijeron en los medios, por algo será”.
“Por algo será”, letanía que viene de las catacumbas de la dictadura.
Están los “gatafloristas” a los que nada de lo que haga Cristina les viene bien.
Si se adelantan las elecciones, dirán que es sólo una excusa para dejar de gobernar.
Si el gobierno, en cambio, continúa sus obras, gobierna, decide, anuncia nuevas medidas en favor del pueblo, anuncia un nuevo Plan de viviendas, defiende el empleo, entonces dirán que el Gobierno está haciendo campaña electoral con las medidas de gobierno.
Si hace por que hace. Si no hace por que no hace.
Están los que extrañan el pasado neoliberal y regresan a la escena del crimen social cometido para reiterar la misma profecía. Los que son parte de la cofradía cívica proscriptora, los que festejaron la prohibición de decir “Perón y Evita”, esos, gastan los únicos cartuchos electorales que parecen tener, en impugnar, aquí, allá, acá.
Los que fueron funcionarios de la timba financiera, muestran síndrome de abstinencia con el FMI.
Prat Gay y Carrió, por ejemplo, piden volver al Fondo como parte de su campaña electoral.
Pero el huevo de la serpiente sigue anidando en nuestras derrotas culturales, como nos enseñó Nicolás Casullo. Buscan impedir cualquier intento de reunir los pedazos de este pueblo disperso, disuelto, descuartizado por los dictadores y por los neoliberales civiles que son su cría.
Las páginas de algunos medios periodísticos, delatan sólo resentimientos. Algunos parecen escribir y hablar a los latigazos, por el odio que destilan.
La historia precisa consolidar un modelo de país que se base en el trabajo, en el valor del Estado al servicio del pueblo, en los lazos de solidaridad.
Como dijo la Presidenta, hace falta una gesta, pero una que defina el perfil productivo y social del país para los próximos cien años. Un país industrializado, soberano, democrático, inclusivo e integrado socialmente, con trabajo y consumo interno.
Hay que estar atentos porque el modelo neoliberal duerme entre nosotros, en la cabeza de muchos compatriotas. Hasta allí penetraron y desde allí resisten.
¿Qué hacer entonces?
No bajar los brazos, insistir más que nunca con la pronta sanción de una nueva Ley de Medios de la democracia, ser sus apóstoles, defender la alegría y la palabra y combatir los monopolios mediáticos para que no se sigan adueñando del sentido común de los ciudadanos.
Un nuevo modelo de país no pasa solamente por variables económicas más o menos exitosas en lo social. Debiera pasar, por sobre todo, por un modelo de vida donde los argentinos empecemos a querernos, más y mejor, entre nosotros mismos.
Es esto lo que está en disputa. Y para lograr la victoria, es necesario seguir soñando con un país mejor.

(Jorge Giles . El Argentino, 28.05.09)

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