domingo, 8 de marzo de 2009

CUADRO DE SITUACIÓN POLÍTICA: ENTRE EL ANTICUARIO Y LAS UTOPÍAS


El juego está al descubierto. La carrera electoral ha comenzado para los dueños del poder. “Hay que frenar a los Kirchner” pareciera ser la consigna. Frenarlos en todos los terrenos. En las rutas, en el Congreso, con denuncias. Con titulares, operaciones sucias y cámaras envenenadas. Disparan a mansalva contra toda esperanza o acuerdo posible. Apuestan a crear un clima angustiado, inseguro, asfixiante, para que al fin todos salgamos a decir “¡basta!”. Esa es la estrategia. Nos están diciendo que este año se juega un modelo de país, también para ellos. Y miran para atrás. Habrá que andar prevenidos, sabiendo el poderío de su fuego mediático, que castiga aquí, que burla allá, que miente, que oculta, que sesga. Nunca como ahora aparecieron en escena tan claramente los proyectos de país en disputa. Y es bueno que suceda. Será la sociedad, después de todo, la que deberá elegir el destino que le espera a esta Nación. O retrocedemos a la edad del mono, en términos ontológicos, además de ideológicos, o avanzamos con las utopías y los sueños de un nuevo país, más justo, inclusivo, soberano. O retornamos al país del primer centenario o avanzamos decididos al segundo. O el país del monocultivo sojero y primario o el país inclusivo, campesino, productor rural, industrial, trabajador, manufacturero, profesional, diversificado, democrático, soberano, libre del discurso hegemónico de los grandes medios.
Eso es lo viejo y lo nuevo, y no los envases de cada circunstancia. Hay que avisar a los puros que lo que no suma a lo nuevo, sumará a lo viejo. Es un detalle obvio. Pero hay que decirlo.
De un lado, el proyecto de país gobernante. Del otro, el viejo pejotismo apadrinado por Duhalde, ese que tanto temen algunas almas inocentes, y el aliancismo de Carrió y Morales, que tienen de logo un helicóptero volando sobre un país en llamas.
Esa lluvia ácida de la Argentina del 2001, sigue cayendo sobre los tejados del planeta. Habrá que hacer añicos cada idea neoliberal que sobreviva al derrumbe, para que no gobiernen más y el Estado no termine siendo apenas un bombero de circunstancias.
En este modelo, el Gobierno escribe su agenda sin copiarse de aquella otra que el poder mediático, intenta vanamente escribirle desde la pantalla, la radio o el impreso. En la antigüedad, muchos notables políticos desayunaban con los diarios de la mañana, para saber por cuál vereda transitar ese día. Esos grandes medios extrañan esos tiempos de gloria. Por eso se fastidian cuando en el Congreso, la Presidenta no dice lo que esperaban que dijera, mientras De Angeli preparaba la mecha al costado de la ruta, y dos días después, apareciera sola, en la reunión del Gobierno con la Mesa de Enlace agropecuario, con un ramito de olivo para firmar la paz.
La primicia, tan esquiva como deseada, partió de vacaciones. Esta vez, conduce la política. Que es tan femenina, como este segundo domingo de marzo.
Es innegable que hay una discontinuidad cultural de esta gestión respecto a las anteriores que la precedieron. Se sienten sujetos y no objetos de la historia. Antes que oráculos, son alfareros. Procuran conciliar intereses con todos los sectores sociales y económicos que apuestan al mercado interno. No está en su carta de navegación, la dispersión de fuerzas y energías contra ningún sector productivo, más bien lo contrario. Tampoco hace un llamado a una unidad nacional de bajas calorías. Si hay Consejo Político y Social, por ejemplo, será para fortalecer un modelo autónomo de Nación, con redistribución del ingreso, con cultura e identidad nacional forjada en la diversidad democrática. No será para salir en la tapa de los ricos y famosos. Sino para que le sirva al pueblo, de Tartagal a Villa Fiorito, de Tilcara a Ushuaia.
Cuando parecía que la firma del acuerdo con las patronales agropecuarias sería acompañada al menos, por el silencio responsable de los opositores, se chocó contra las murallas de la discordia que nuevamente erigieron quienes se dicen dueños de la moral republicana.
Elisa Carrió y sus correligionarios de la UCR comandada por Gerardo Morales, salieron de inmediato a bombardear la plaza del dialogo, azuzando a los patrones autoconvocados para continuar el conflicto, intentando mellar la confianza social en la reconstrucción de un clima político que nos aleje del fastidio que provoca una discordia tan añeja como esta. Utilizan conceptos adquiridos en los anticuarios de la vieja política. Y es triste verlos culminar su carrera, cual testaferros partidarios de los grandes medios. Todo vale para ganarse la cucarda de algún gran diario argentino.
El odio los hace volcar a menudo sobre la banquina del sentido común. Son el naufragio de la Alianza que presidió Fernando De la Rúa. No anuncian la novedad, sino su reverso, con las mismas recetas políticas que dominaron y gobernaron la Argentina hasta su estallido. El FMI es una nostalgia, se lamentan.
Desde otro campamento, el consorcio de propietarios formado por los disidentes justicialistas Felipe Solá y Francisco De Narváez, exhibe en el gobierno porteño de Mauricio Macri, la maqueta de estado y el modelo de gestión que proponen para todo el país. Tendrán que encontrar en los buenos modales algo que los diferencie de los aliancistas de Carrió, para disputarles la franja derecha del escenario electoral.
Los patrones rurales que hasta ayer cortaban rutas, ahora cortan las cintas de apertura de la Expoagro. Esta feria, que exhibe en los últimos años la maquinaria sofisticada y costosa de los hombres del campo, es un hábitat más acorde con ellos que el paisaje violento que proponen las huestes de De Angeli, con esas desmesuras tan propia de los nuevos ricos.
El pronto envío al Parlamento de una nueva Ley de “Radiodifusión”, más todas las medidas ya tomadas y por tomar desde el keynesianismo gobernante, desmiente a quienes anuncian que este gobierno llegó a su techo. Justo en esta Argentina, donde la función, siempre está por comenzar.
Para que Gramsci no reescriba en tono burlón, que “aquí lo viejo no termina de morir, y lo nuevo, tampoco”, habrá que juntar mucha fuerza para dejar atrás definitivamente, ese país de sepia que intenta volver por su revancha.
(Miradas al Sur. 08.0.09)

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