lunes, 9 de febrero de 2009

MINUTAS PARA COMENZAR LA SEMANA

Es lunes, y apostamos siempre a empezar la semana con optimismo.
Volvió el fútbol, las murgas recorrieron las barriadas con sus tambores y Omar Narváez nos emocionó con su demostración de inteligencia y guapeza, reteniendo la corona de campeón del mundo. No es poco, pero son tantas las mentiras que derraman los diarios conservadores que últimamente los tallarines del domingo causan inevitablemente acidez e indignación.
Un ejemplo: la Presidenta es recibida en España con máximos honores y aquí dicen que estamos aislados internacionalmente.
Sin pudor. Titularon el encuentro de Eduardo Duhalde y Luis Barrionuevo en Mar del Plata, días atrás, junto a otros barones del pejotismo caníbal, como si fuese una cumbre de premios Nóbel. Incontinentes a la hora de la blasfemia y el insulto soez. Obscenos hasta para comer asado.
"Entre esos tipos y yo hay algo personal", diría Serrat.
Valoramos mucho más la presidencia del PJ por Néstor Kirchner cuando enfrente de él vemos a semejantes zampones.
Allí está lo viejo que se resiste al cambio. Son los que huelen sangre cuando entrevén que la crisis internacional podría servirles de cobertura para el barullo y el retorno al viejo orden.
¿O toda crisis no es una oportunidad? Para el paraíso o el infierno. Tengámoslo en cuenta al elegir.
Los opositores no aciertan una con su baile de la silla. Felipe Solá reeditó su antiguo menemismo con Macri, mientras De Narváez les mariposea cerca; Elisa Carrió le tiró besos a Macri y éste se los rechazó en público; la UCR oficial escucha cantar a Julio Cobos "cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel", mientras ensayan unos pasitos con Raúl Castells. Hay más, pero dijimos que recién es lunes.
Debemos convocarnos a la memoria como un ejercicio permanente, adueñarnos de ella para impedir que nos gane ese olvido que acecha en cada vuelta de esquina. Para eso sirve la recuperación del Estado.
Porque cuando el neoliberalismo lo negó, en realidad atacó la idea misma de Nación, de pueblo, de cultura, de solidaridad colectiva. "Que cada uno se las arregle solito", fue la consigna impuesta. Así, redujeron el campo de nuestras batallas cotidianas al barrio y al municipio. El imaginario de provincia era lejano, el de Nación, inexistente. Pulverizaron toda cohesión colectiva. Lo virtual suplantó lo real, así en el cielo como en la tierra. Vivíamos en un mundo de burbujas. La vida ciudadana se despobló y se despolitizó. Era el triunfo de la ideología más perversa de la derecha dominante, que consistía, hipócritamente, en "negar" la ideología.
Recordar esa época, decir una y mil veces que los que gobernaron entonces son los opositores de hoy, ayuda a prepararnos para afrontar un año donde la tormenta que viene del hemisferio norte, soplará contra los ventanales que se reconstruyen desde el 2003.
Los postigos se mantendrán firmes. Sólo es necesaria una férrea unidad nacional. Y no perder la memoria.
Volver a tener Estado es volver a tener vivienda, trabajo, escuelas, hospitales, cultura. Y una identidad que vertebre nacionalmente nuestros anhelos colectivos.
Pero el cambio no puede hacerlo el gobierno solamente. Debemos hacerlo entre todos, por ser ésta, una disputa entre dos modelos de país y no entre dos modelos de boletas electorales, como dicen los opositores.
Unidos, quedarán atrás definitivamente los últimos resabios de la edad de piedra y construiremos un país más justo, más inclusivo y más bello.
Luche y sueñe, que esta vez la historia la escribimos entre todos.
(9/2/09 El Argentino, contratapa)

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