domingo, 18 de enero de 2009

EN LA TIERRA DE JOSÉ MARTÍ

Publicado en Miradas al Sur pág. 10 del 11 de enero de 2009

Cuando cayó abatido en plena batalla por la Independencia de Cuba, José Martí tenía apenas 42 años de vida. Con él partía tempranamente el combatiente libertario, el poeta, el periodista, el escritor, el hombre americano en su más excelsa condición humana.
Su voz lúcida y desgarrada, nos sigue preguntando: “¿En qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América?”
La presidenta Cristina Fernández, viajará a Cuba para seguir consolidando la América unida que soñó Martí. Ese es el propósito de este viaje oficial, ahora diferido para la semana próxima, en el convencimiento de que no hay América sin Cuba, como no hay Argentina sin Malvinas.
Es la hora de avanzar en la integración forjada hace 200 años por Bolívar, San Martín y Artigas, junto a otros padres de la patria grande.
Los vientos huracanados que azotan al mundo desde las potencias bélicas del norte, obligan a unirnos para inventar nuestra propia oportunidad de ser definitivamente libres. Nada nos será dado. Todo lo forjaremos, como lo hizo Néstor Kirchner frenando el ALCA imperial en pleno rostro del genocida.
Fragmentados, tendremos otros 200 años de pesares por delante.
En otras orillas, la mediocridad de los opositores y sus plumas mediáticas, hurgan en los cestos de residuos para encontrar la “primicia” del viaje. Su mezquindad no les permite ver más allá de su propia sombra. No alcanzan a percibir la trascendencia de estos cambios que se producen en el mundo y particularmente en América Latina, el continente del futuro, el de las aguas, el del trigo, el de la industria, el del trabajo.
Deberían aprender a buscar en la cuna del continente americano la génesis de este momento histórico que reúne a los gobiernos y pueblos en una misma dirección; uno con su joropo, otros con su guajira, con su cueca, con su tango. Pero todos juntos en una polifonía de voces para esta y las generaciones por venir.
Allí está el futuro de esta América que nos duele y enamora tanto.
Allí, y solo allí, está la narrativa del viaje presidencial y de un modelo de gestión que expresa un proyecto de nación con desarrollo e inclusión social.
De nada valdrá que algunos sigan difamando, con sus bolsillos rebosantes de odio y la mollera vacía de propuestas.
La derecha recoleta y el progresismo placebo, perdieron la brújula y no se dieron cuenta.
Alguien debería, al menos, ir a rescatar a los que confundieron el camino.
Si corrieran el Dakar, aún andarían buscando la salida por los bosques de Palermo.

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