miércoles, 13 de agosto de 2008

Y un día volvió el Estado

Publicado el 13 de agosto de 2008 en BAE

El discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en La Pampa evalúa y proyecta en términos históricos, el rumbo del modelo que se gestiona desde mayo del 2003. Lo hace de una manera tan singular, si tenemos en cuenta el trazo emotivo y riguroso de sus palabras, que los sectores que expresan a la oposición política podrán sin dificultad confrontar, si así lo desean, con los conceptos allí vertidos. No se podrá argumentar precisamente que el de la Presidenta es un mensaje confuso. Por el contrario, es de esas piezas oratorias que uno podría resumir en el refrán de “al pan, pan y al vino, vino”.
Fue un alto en el camino que sirve para recordarnos de donde venimos los argentinos. En pocas palabras volvió a esbozar un fresco de aquella época donde anidó la génesis de una generación que se volcó al compromiso político dándolo todo y sin pedir nada a cambio. No lo hizo para hacer de ello un eslabón referencial excluyente y sesgado de nuestra reciente historia sino para convocar a una nueva épica generacional tan necesaria en nuestro continente en pos de consolidar los avances logrados en estos últimos años.
Pero la Presidenta apeló por sobre todo a la memoria colectiva para no olvidar el daño que nos produjo, en tanto nos reconozcamos como parte de una misma sociedad, una misma nación y un mismo pueblo, aquella zoncera neoliberal de los años noventa de que “ya no era necesario el Estado”; y lo que es peor, que “todo lo que tocaba el Estado era malo por definición”. Ese daño aún lo estamos sufriendo.
Cualquiera, con honestidad intelectual, debería hacer este ejercicio de memoria. Es útil para el análisis conectar las palabras presidenciales con la verdadera andanada de acciones gubernamentales que se suceden a diario y con mayor dinamismo desde que el Gobierno Nacional territorializó su gestión a través de la presencia de la Presidenta, de sus Ministros y Secretarios de Estado en las provincias y pueblos del interior profundo. Actuando sobre el mismo terreno donde suceden las cosas que nos afectan, poniendo en marchas planes de vivienda, inaugurando escuelas, activando industrias. En síntesis, la Presidenta puso en palabras lo que se está ejecutando desde la gestión de gobierno.
En estos últimos días también debemos destacar la histórica tarea que lleva adelante la justicia a través del desarrollo de los juicios orales contra los responsables de delitos de lesa humanidad. Mencionemos lo sucedido en Tucumán, en Corrientes, próximamente en Neuquén, el proceso y prisión preventiva a otros cinco represores de la Escuela de Mecánica de la Armada más el embargo de bienes por 188 millones de pesos. No se está juzgando sólo para atrás, sino que se está formateando el estado de derecho para las futuras generaciones de argentinos. De eso se trata hacer justicia, algo que no hubiese sido posible en el país del “no se puede” que dejamos atrás hace apenas cinco años.
Simultáneamente el Congreso sigue debatiendo proyectos que envía el Poder Ejecutivo que son de trascendencia e impacto para todos. Vale señalar el proyecto sobre Aerolíneas Argentinas y el de Movilidad Jubilatoria. En el primero se recupera el rol activo del Estado sobre su línea de bandera y en el otro se asegura definitivamente la justa movilidad de los haberes de nuestros jubilados. Próximamente empezará el debate sobre la nueva Ley de Radiodifusión.
Habría que sumar aquí un dato significativo por sus implicancias concretas pero sobre todo por su alto valor simbólico: el Convenio firmado por el Canciller Jorge Taiana y varias Cámaras empresarias para posibilitar la repatriación de los compatriotas que fueron forzados al exilio en tiempos de la dictadura y que por circunstancias económicas aún permanecen “anclados en París”. El programa “Raíces- Volver a trabajar” es una muestra elocuente de esta voluntad del Estado por poner las cosas en su justo lugar.
¿Qué dirán ahora aquellos opositores que anunciaban catástrofes y nuevos éxodos de argentinos hacia el exilio? ¿Tendrán la desverguenza de seguir diciéndolo o se animarán por una vez siquiera a admitir que ahora todos tenemos lugar en la tierra que nos vio nacer?. Esperemos que así como el doctor Eduardo Duhalde y familia ya volvieron de sus vacaciones en el Africa, la señora Carrió vuelva de las suyas en México para conocer su posición al respecto.
Hablamos antes de la necesidad de una épica generacional. Vale por ello otra reflexión: ningún proceso de cambio y de transformaciones sociales es lineal y aséptico. Los procesos de cambio que viene experimentando el continente, en Ecuador, Venezuela, Paraguay, Brasil, Bolivia, son procesos que se corresponden con esta etapa del devenir histórico, con sus avances y retrocesos, virtudes y limitaciones, pero donde queda claro que el centro de gravedad está precisamente en la vuelta del Estado en defensa de sus pueblos y de las respectivas soberanías de nuestras naciones. El ocaso del ALCA, por ejemplificar con munición gruesa, fue posible porque concurrieron en un mismo momento diversas voluntades decisivas y representativas de nuestros países, especialmente Lula de Brasil, Hugo Chávez de Venezuela y Néstor Kirchner de Argentina. Ahora, si no se quiere volver al pasado, es preciso que estos procesos de cambio se fortalezcan consolidando socialmente los cimientos de un nuevo país. Seguramente todos tienen un lugar para ocupar. Salvo quienes se sienten afuera del proceso histórico y pontifican sobre lo que habría qué hacer sin ser capaces de hacerlo ellos mismos. Es curioso observar a dirigentes que dicen apoyar esos procesos latinoamericanos pero que en nuestro país se identifican y votan a favor de los sectores que aquí representan los mismos intereses económicos y políticos que, por ejemplo, en Bolivia combaten de manera frontal contra el Presidente Evo Morales.
En esta hora en que el Estado vuelve con políticas activas para redistribuir equitativamente la riqueza, es deseable que algunos no cometan nuevamente el desatino de oponerse, ya no a un Gobierno, sino a quienes buscan, con sus claros y oscuros, seguir construyendo una sociedad con más empleo, más justicia, más educación, más producción. En definitiva, una sociedad con más y mejor democracia.

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